miércoles, 12 de agosto de 2020

ORACIÓN- Domingo 20º del Tiempo Ordinario. A 9 de agosto de 2020

“Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas

(Mt 15,28)

Señor Jesús,  tú sabes bien que, a lo largo de los siglos, tus seguidores han sido criticados y calumniados como lo fuiste tú.

• En muchas ocasiones son acusados de haber despreciado y tratado de eliminar las religiones primitivas. Se dice que consideraban enemigos tuyos a todos los que no te reconocían como Señor y Salvador.

Es cierto que siempre ha habido abusos. Pero también es verdad que muchos cristianos han sabido descubrir en las creencias antiguas unas verdaderas y fecundas semillas de la fe.

• En otras ocasiones, la acusación ha sido exactamente la contraria. Se dice que tus seguidores no tienen ningún inconveniente en acoger los cultos de los que adoran a la naturaleza y veneran a la madre tierra como una divinidad.

Es cierto que puede haber seguidores tuyos que se ven tentados por un fácil sincretismo, que olvida la singularidad de tu vida y de tu mensaje. Pero también es verdad que la fe en el Creador no puede impedir  la admiración hacia la creación.

• Tu encuentro con la mujer cananea, que te pedía la curación de su hija, nos enseña que aquella extranjera y pagana vivía un elemental precepto de la ley natural que exige el amor a los miembros de la familia y que es necesario recordar en este tiempo.

Además ella conocía el extraordinario valor de la oración. Y sabía que incluye la insistencia y la fidelidad en la súplica, con la esperanza de obtener un bien precioso.

Y, por otra parte, aun viniendo del mundo que se consideraba pagano, aquella mujer cananea había aprendido a reconocerte e invocarte con el título mesiánico del Hijo de David.

Señor, hoy te damos gracias porque, al reconocer la magnitud y sinceridad de su fe, nos enseñas a aceptar con humildad nuestras propias carencias y a descubrir con admiración los valores de las personas que consideramos diversas. Bendito seas por siempre. Amén.

 

José-Román Flecha Andrés