RAFAEL ANTE LA ASUNCIÓN DE MARÍA
En este año, en el que se cumple medio
milenio de la muerte de Rafael Sanzio, es oportuno celebrar la fiesta de la
Asunción de María a los cielos, contemplando el cuadro que él dedicó a la
Coronación de Nuestra Señora.
Esta obra le había sido encargada en
1502 por Maddalena degli Oddi. Había de formar parte de un retablo ampliamente
mariológico destinado a la iglesia de San Francisco en la ciudad de Perugia.
• Efectivamente, las tres pequeñas
escenas de la Anunciación a María, la Adoración de los Magos y la presentación
de Jesús en el Templo habían de servir como base icónica y como fundamento
teológico para la escena y la proclamación creyente de la coronación de María
por las manos de su divino Hijo.
Como tantas otras obras de arte, junto a
la Madonna di Foligno, que Rafael pintara de 1511 a 1512, también esta
representación de la coronación de María fue requisada por el expolio
napoleónico y llevada a París el año 1797. Junto a ella, pudo regresar a Italia
el año 1815.
Y ahí están las dos, en la Pinacoteca
Vaticana, flanqueando la maravilla de la Transfiguración del Señor, que Rafael
dejó incompleta a su muerte, acaecida el día de viernes santo del año 1520. No
parece una casualidad. La maternidad de María y su coronación celestial contribuyen
a hacer resaltar la gloria luminosa del Hijo.
• Para pintar la coronación de María,
Rafael se inspiró sin duda en los evangelios apócrifos, como el libro de Juan
Arzobispo de Tesalónica o la narración del pseudo José de Arimatea. Ambos
refieren el sepelio de María, pero ambos anotan también que, ante la
insistencia de Tomás, el último llegado de la India ya pasado el funeral, los
apóstoles van a controlar el sepulcro de María y lo encuentran vacío.
La alusión al perfume que de él se
desprende ha sido evocada por Rafael mediante el recurso a las azucenas que
nacen en el interior de aquel sarcófago.
Para imaginar la escena de la mitad superior,
que refleja la coronación de María en los cielos, Rafael tenía muy cerca el precioso
mosaico del ábside de la iglesia de Santa María in Trastevere, así como el
mosaico homólogo realizado por Jacopo Torriti en 1295 para la basílica de Santa
Maria Maggiore.
• A cinco siglos de distancia, ahí nos
queda esa representación que ilustra nuestra celebración de la fiesta de la
Asunción de María.
También nosotros, en un momento de
turbación general, compartimos el asombro que experimentaron los apóstoles ante
la tumba vacía. Y, al igual que ellos, elevamos confiadamente nuestra mirada
hacia los cielos, donde el coro de los ángeles acompaña y celebra la coronación
de la Madre por la mano de su Hijo.
Siempre, pero especialmente en este momento,
el dolor y la ausencia que nos inquietan han de abrir nuestros ojos y nuestro
corazón a la esperanza.