Jueves
VI
Hch 18,1-8
Jn 16,16-20 MAYO 14
En aquel tiempo dijo
Jesús: “Dentro de poco ya no me veréis, pero un poco más tarde volveréis a
verme”. Algunos de los discípulos de Jesús se preguntaban unos a otros: “¿Qué
quiere decir con eso? Nos dice que dentro de poco no le veremos, y que un poco
más tarde le volveremos a ver, y que es porque va al Padre. ¿Qué significa
‘dentro de poco’? No entendemos de qué está hablando”. Jesús, dándose cuenta de
que querían hacerle preguntas, les dijo: “Os he dicho que dentro de poco no me
veréis, y que un poco más tarde me volveréis a ver; ¿es eso lo que os estáis
preguntando? Os aseguro que vosotros lloraréis y estaréis tristes, mientras que
la gente del mundo se alegrará. Sin embargo, aunque estéis tristes, vuestra
tristeza se convertirá en alegría”.
Preparación: En su exhortación Evangelii
nuntiandi, el papa Pablo VI nos alentaba a recobrar “la dulce y
confortadora alegría de evangelizar, incluso cuando hay que sembrar entre
lágrimas” (n. 75). No será fácil, como no lo fue para los discípulos de Jesús.
Pero esperamos recibir del Espíritu ese precioso fruto de la alegría (Gal 5,22).
Lectura: En los Hechos de los Apóstoles se
recuerda que en Corinto Pablo predica a los judíos que Jesús es el Mesías.
Rechazado por ellos, se dirige a los gentiles, es decir a los ciudadanos de
religión griega y romana. Muchos de ellos creyeron y recibieron el bautismo. En
el evangelio se recuerda que, aun veladamente, Jesús anuncia a los discípulos
su próxima pasión y muerte, pero también su resurrección. Anuncios semejantes
se encuentran en otros lugares del mismo evangelio de Juan (7,33 y 14,19).
Ambos textos nos llevan a pensar en las dificultades que conlleva ser
discípulos de Cristo
Meditación: Tres puntos se ofrecen a nuestra reflexión. • La muerte de Jesús no es
accidental. Él es bien consciente de la suerte que le espera, la acepta y la
anuncia repetidamente a sus discípulos. • El mismo Jesús que conocía a Natanael
(Jn 1, 48) y a la Samaritana (Jn 4,17-19.29), conoce también lo que piensan sus
discípulos (Jn 6,61.64.71; 13,11) y adivina sus preguntas, como en este lugar.
• La tristeza de los discípulos por la muerte de Jesús coincide con la alegría
de la gente del mundo. Pero para el creyente en el Señor la tristeza por el
Crucificado se convertirá en alegría al encuentro con el Resucitado.
Oración: Señor Jesús, tú conoces nuestros pensamientos más secretos y sabes de
nuestras dudas. No permitas que nos apartemos de ti. Y que nuestro desaliento
ante la persecución deje paso a la alegría de saberte presente entre nosotros.
Amén.
Contemplación: En este día contemplamos a Jesús en el escenario de la última cena,
rodeado de unos discípulos desconcertados, que se hacen preguntas sobre la
suerte de su Maestro. También nosotros deseamos conocerlo más y más, como
desearíamos conocer mejor los planes de Dios sobre nosotros mismos. Por eso
hacemos nuestras las palabras que escribió
San Juan de la Cruz en el Cántico
espiritual: “Esta espesura de sabiduría y ciencia de Dios es tan profunda e
inmensa, que, aunque más el alma sepa de ella, siempre puede entrar más
adentro” (36,10).
Acción: Hoy podemos preguntarnos si podemos ayudar a alguna persona conocida a
aliviar su dolor y encontrar razones para descubrir la alegría.
José-Román Flecha Andrés