viernes, 5 de diciembre de 2014

LECTIO DIVINA- SÁBADO 1ª SEMANA DE ADVIENTO.B


Is 30,19-21.23-26: “Este es el camino, caminad por él”
Mt 9,35-10,1.6-8: “Id y proclamad que el Reino de los Cielos está cerca”

DICIEMBRE    6 

Jesús recorría todos los pueblos y aldeas enseñando en las sinagogas de cada lugar. Anunciaba la buena noticia del reino y curaba toda clase de enfermedades y dolencias. Viendo a la gente, sentía compasión, porque estaban angustiados y desvalidos como ovejas que no tienen pastor. Dijo entonces a sus discípulos: “Ciertamente la mies es mucha, pero los obreros son pocos. Por eso, pedid al Dueño de la mies que mande obreros a recogerla”. Jesús llamó a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar a los espíritus impuros y para curar toda clase de enfermedades y dolencias. Les dijo: “Id más bien a las ovejas perdidas del pueblo de Israel. Id y anunciad que el reino de los cielos está cerca. Sanad a los enfermos, resucitad a los muertos, limpiad de su enfermedad a los leprosos y expulsad a los demonios. Gratis habéis recibido este poder; dadlo gratis”.

Preparación: Podemos comenzar la lectio divina evocando las enfermedades y dolencias de las personas que conocemos. Recordemos las dificultades que experimentan para lograr la curación y hasta un poco de alivio. Cada uno de nosotros llega a la oración con miedo y cansancio, con dolores en el cuerpo y angustias en el espíritu. ¿Cómo se puede hacer real en nosotros la esperanza del adviento?

Lectura: Para anunciar los tiempos mesiánicos, el profeta Isaías reproduce un hermoso oráculo del Señor. El pueblo no tendrá que llorar, porque Dios se apiadará de sus gemidos. A pesar de la estrechez de los tiempos, ya no se esconderá el Maestro. Aun cuando las gentes traten de desviarse, resonará la voz del Señor: “Este es el camino, caminad por él”. El evangelio que hoy se proclama sugiere que se ha cumplido aquel anuncio. Jesús se compadece de las enfermedades de las gentes. Y no solo eso.  Envía a sus discípulos a curar toda dolencia y a combatir el mal de este mundo. Ellos han de ser los pregoneros del Reino de Dios. Los pregoneros de la salvación.

Meditación: Enseñar y curar son las dos tareas de la misión de Jesús. Si ejerce la primera con autoridad, la segunda la lleva a cabo con una sincera compasión.  Esas dos cualidades caracterizan a nuestro  Maestro y Pastor. También ahora. El Señor conoce nuestra miseria y nuestro cansancio, nuestras carencias y pecados, nuestro abatimiento y nuestra desesperanza. El envío de sus discípulos es el origen de la Iglesia. Y ahí está esa comunidad enviada como signo de esperanza para el mundo, como dijo el Concilio Vaticano II. La Iglesia es “para todo el género humano un germen seguro de unidad, de esperanza y de salvación” (LG 9). A condición de que los cristianos asumamos con alegría y valor nuestra misión en el mundo.

Oración: Señor Jesús, Maestro y Pastor, tú conoces nuestra debilidad y nuestras dificultades. Ten piedad de nosotros. Envía trabajadores a tu mies para que hagan presente y visible tu compasión. Que la esperanza del Adviento ilumine el camino que tú nos has señalado.

Contemplación: Hagamos silencio en nuestro corazón. Presentemos al Señor nuestras miserias. Lo contemplamos hoy como el pastor compasivo que se preocupa por sus ovejas. También por las “ovejas descarriadas”. Dejemos que resuene en nuestra conciencia el oráculo de Isaías que se escucha en la primera lectura de la misa de este día: “Este es el camino, caminad por él”.


Acción: El mandato de Jesús a sus discípulos es muy concreto: “Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, arrojad demonios”. Por muy simbólicos que sean estos encargos, reflejan necesidades muy concretas y exigen de nosotros una respuesta afectiva y efectiva. Hoy podemos preguntarnos quién necesita esa ayuda que hará creíble el anuncio del Reino de Dios.
                                                                         José-Román Flecha Andrés