Is 40,1-5.9-11
2Pe 3,8-14
Mc 1,1-8:
“¡Preparad el camino del Señor!”
DICIEMBRE 7
Principio
de la buena noticia de Jesucristo, el Hijo de Dios. El profeta Isaías habia
esrito: “Envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino. Una
voz grita en el desierto: ¡Preparad el camino del Señor; abridle un camino
recto!” Sucedió que Juan el Bautista se presentó en el desierto bautizando a la
gente. Les decia que debían convertirse a Dios y ser bautizados para que Dios
les perdonase sus pecados. De toda la region de Judea y de la ciudad de
Jerusalén salian a oirle. Confesaban sus pecados y Juan los bautizaba en el río
Jordán. Juan iba vestido de ropa hecha de pelo de camello, que se sujetaba al
cuerpo con un cinturón de cuero y comían langostas y miel del monte. En su
proclamación decía: “Después de mí viene uno más poderoso que yo, que ni
siquiera merezco agacharme para destar la correa de sus sandalias. Yo os he
bautizado con agua, pero él os bautizará con el Espíritu Santo”.
Preparación: El Adviento
es tiempo de espera y de esperanza. La fe no cierra nuestros ojos ni nos hace
ingenuos. A nuestro lado vemos un
panorama de error y de corrupción, de
pecado y de obstinación. Y, como consecuencia,
percibimos a nuestro alrededor un sentimiento de tristeza y
desesperanza. Pero la Palabra de Dios nos invita en este tiempo a descubrir el
sentido de nuestra vida. Y nos exhorta a preparar el encuentro con el Dios de
la misericordia.
Lectura: La segunda
parte del libro de Isaías comienza con un oráculo que anuncia el final del
destierro de Israel: “Consolad, consolad a mi pueblo -dice vuestro Dios-;
hablad al corazón de Jerusalén…” El Señor anuncia el regreso de su pueblo a la
tierra de sus antepasados. E invita a imaginar el camino del retorno: “En el
desierto preparadle un camino al Señor; allanad en la estepa una calzada para
nuestro Dios”. Dios mismo buscará a su pueblo y lo devolverá a la tierra de la
libertad. El principio el evangelio de
Marcos, que se leerá durante este año, se sitúa en la línea de esas memorias de
Israel. Juan Bautista exhorta a su pueblo a la conversión. Él bautiza a las
gentes, pero el bautismo que él administra es solo un anuncio de otro bautismo
definitivo: “Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco
agacharme para desatarle las sandalias”. Si Juan bautiza con agua, otro vendrá
a bautizar con el Espíritu de la Santidad.
Meditación: Los
cristianos hemos sido bautizados en el nombre del Padre que nos ha dado el ser
y nos ha manifestado su amor; en el nombre de Jesucristo que nos ha rescatado
de la esclavitud y nos ha ganado la libertad: y en el nombre del Espíritu
Santo, que nos guía hacia la verdad competa. Meditar esa nueva dignidad que nos ha sido concedida ha de
llevarnos a la conversión. A preparar los caminos para la llegada del Señor a
nuestra conciencia y a nuestra casa, a nuestra familia y a nuestra sociedad.
Oración: Padre
nuestro celestial, que manifiestas tu salvación en todo tiempo y en todo lugar,
concédenos esperar con alegría el
nacimiento de tu Hijo Jesús, que nos revela tu misericordia interminable y el
amor del Espíritu Santo. Amén.
Contemplación: Contemplamos
a Juan Bautista en el desierto de Judea. Y nos detenemos a recordar nuestros propios desiertos. Significan
para nosotros el alejamiento de Dios. Son un signo de dolor. Pero también son
un signo de alegría y de esperanza. En los desiertos nos ha buscado y nos busca
continuamente Dios. Contemplemos con
gratitud su amor de Padre. Ahora se nos pide allanar los valles y abajar las
colinas, enderezar lo torcido e igualar lo escabroso. El Adviento nos lleva a
facilitar el encuentro con Dios.
Acción: La segunda carta de
Pedro nos exhorta hoy a esperar y apresurar la venida del Señor. ¿Hemos
escuchado esa exhortación? A nuestro alrededor tal vez hay personas que se han
alejado de Dios. Nos preguntamos si nosotros no habremos motivado su huida o
dificultado su retorno. Y, sobre todo, nos preguntamos si podemos hacer algo
para “prepararle un camino al Señor”.
José-Román Flecha Andrés