LA PROFECÍA Y LA VENIDA
“Aquel
día, la raíz de Jesé será elevada como enseña de los pueblos: se volverán hacia
ella las naciones y será gloriosa su morada” (Is 11,10). El profeta Isaías
anuncia la llegada de un descendiente de David, sobre el cual se posará el
Espíritu del Señor. “La justicia será el ceñidor de su cintura”. Su futuro será
la paz, que es descrita con los colores de la armonía del paraíso. Con él
llegará la concordia entre los pueblos.
El
salmo responsorial se hace eco de esa profecía al cantar: “Que en sus días
florezca la justicia y la paz abunde eternamente” (Sal 71,7).
Como a los romanos, san Pablo nos pide que “a través de nuestra paciencia y el consuelo que dan las Escrituras mantengamos la esperanza” (Rom 15,4). Un consejo muy oportuno para el tiempo del Adviento.
LA EXHORTACIÓN
En el evangelio de este
segundo domingo de Adviento se nos presenta la figura de Juan Bautista, que
dirige tres exhortaciones a las gentes que se acercan a él para hacerse
bautizar en el Jordán:
• “Convertíos, porque está
cerca el reino de los cielos”. Es la hora de revisar y cambiar las actitudes
habituales de las personas y de las estructuras. Convertirse no es solo
disminuir el nivel del mal. Es prestarse a una nueva creación.
• “Preparad el camino del
Señor, allanad sus senderos”. El Señor no deja de existir tan solo porque
algunos hayan decidido que ya no existe o que nunca ha existido. El Señor está
ahí y ha decidido entrar en nuestras vidas. Lo más razonable es preparar su
camino y recibirlo con esperanza.
• “Dad el fruto que pide la conversión”. Pero no bastan las palabras para dar cuenta de una pretendida renovación de la casa, del gobierno o del santuario. El árbol se conoce por sus frutos. Y la conversión de la persona o de la institución exige dar buenos frutos.
EL MÁS FUERTE
Con ser muy importante, el
mensaje de Juan no se reduce a una propuesta moral. Exhorta a la conversión y a
cambiar de actitudes. Pero, además, o sobre todo, anuncia la llegada de otro
que es más fuerte que él. Estas serán sus señas:
• “Bautizará con Espíritu
Santo y fuego”. El viento y el fuego favorecen la vida, pero pueden purificar y
limpiar, destruir y arrasar. El que ha de venir vendrá a renovar a las personas
y a la comunidad.
• “Reunirá su trigo en el
granero”. Como el labrador que usa el bieldo para separar el grano de la paja.
Él realizará un juicio definitivo sobre el bien y el mal. Recogerá los mejores
frutos de la humanidad y ayudará a valorarlos como se debe.
•” Quemará la paja en una
hoguera que no se apaga”. El que ha de venir retirará las máscaras que
presentan el mal con apariencia de bien. Y condenará al fuego los vicios y la
corrupción, las apariencias y la mentira.
- Señor Jesús, anunciado por Juan el Bautista, en el Adviento decimos esperar tu visita. Por desgracia, la hemos convertido en la gran feria del consumo y la apariencia. Ayúdanos a preparar la celebración de tu venida y acogerte con sinceridad. Amén.
José-Román Flecha Andrés