CORONADA DE ESTRELLAS
1.
Era Año Santo. El día 1 de noviembre de 1950 el papa Pío XII definía como dogma
de fe la Asunción de María a los cielos.
Eso
no significa que hasta ese momento los cristianos no aceptaran ese misterio de
la fe. Muchas de nuestras catedrales están dedicadas a la Asunción de María. La
liturgia la evocaba desde siglos. La tradición de la Iglesia era constante.
En
la constitución sobre la Iglesia, el Concilio Vaticano II volvería a tomar
aquellas palabras solemnes de Pío XII para afirmar: “La Virgen Inmaculada,
preservada libre de toda mancha de pecado original, terminado el curso de su
vida en la tierra, fue llevada a la gloria del cielo y elevada al trono por el
Señor como Reina del universo, para ser conformada más plenamente a su Hijo,
Señor de los Señores y vencedor del pecado y de la muerte” (LG 59).
La Asunción de María a los cielos no resta un
gramo a la gloria de su Hijo y Señor. Es más, su Asunción a los cielos
constituye una participación singular en la Resurrección de su Hijo. Y al mismo
tiempo, añade una razón más para nuestra esperanza: su asunción es una
anticipación de la resurrección de los demás cristianos.
2.
La visión del Apocalipsis que se recuerda en la celebración de la eucaristía de
la fiesta de la Asunción de María a los cielos coloca a la Iglesia en el centro
de la bóveda celeste (Ap 12,1). Pero la liturgia ve en esa profecía la figura
de María:
•
“Una mujer vestida del sol”. La luz de
Dios revelada en el Cristo inunda a María y a la Iglesia. Purificadas e
iluminadas por él se convierten en faro para la peregrinación de las gentes. Su
esencia determina su misión imprescindible.
•
“Una mujer con la luna por pedestal”. La luz de María y de la Iglesia no brota
de sus méritos. Como el pálido claror de la luna, su brillo es reflejo de una
luz que las trasciende y las lleva a vivir en humilde transparencia.
•
“Una mujer coronada con doce estrellas”. El signo cósmico del zodíaco se asocia
a las tribus de Israel y al número apostólico para desvelar el papel de María y
de la Iglesia. La naturaleza y la historia coronan al icono de la fe, al
ejercicio de la fe, a la obediencia de la fe.
3.
En una homilía sobre la Dormición de María, san Juan Damasceno dice que, como
sagrada paloma emprende el vuelo desde el arca de su cuerpo, que fue albergue
de Dios y fuente de vida, para encontrar un lugar donde pueda posar sus pies.
Y
a san Juan de Ávila la celebración de la Asunción de María a los cielos le
sugería, una sencilla exhortación, adornada de una pizca de dramática poesía:
“Estemos muy atentos, y no perdamos de vista a esta Señora, tan acertada en sus
caminos y tan verdadera estrella y guía de los que en este peligroso mar
navegamos”.
•
Santa María, asunta a los cielos, tú nos descubres que todo lo nuestro,
renovado por el amor y la gracia, ha recibido una promesa de glorificación y de
paz. Te rogamos que nos ayudes a ser humildes testigos y portadores de un
motivo de esperanza para todos nuestros hermanos. Amén.
Jose-Román
Flecha Andrés
De camino con
María.
Madrid. Ed. Narcea 2021, 193-204.