viernes, 5 de septiembre de 2025

CADA DÍA SU AFÁN - 23 de agosto de 2025


DE LA GUERRA A LA POLÍTICA

Aunque vivamos lejos de los escenarios en los que han estallado los conflictos, a todos nos preocupa la guerra. Sus consecuencias sociales y económicas nos han llevado a comprender que la guerra no está tan lejos como habíamos creído.

Viendo el fracaso de los ideales de igualdad, libertad y fraternidad, que veníamos pregonando durante dos siglos y medio, muchos de nosotros llevamos tiempo escribiendo sobre la derrota que suponen siempre las guerras, como solía decir el papa Francisco.

Recibimos dramáticas crónicas sobre el horror de la muerte de millones de inocentes. Nos escandalizan las que el papa León XIV ha calificado como “guerras baratas”, que se basan en la provocación del hambre y la sed de los “enemigos”. Denunciamos la guerra y pronunciamos hermosos discursos sobre la paz y la justicia.

Todo eso es oportuno y más que necesario. Pero todos tenemos la sensación de que nuestro discurso no logra retirar ni un solo peón del tablero de ese juego mortal que es la guerra. Nuestras razones pueden ser convincentes, pero son insuficientes.

Nos lo ha dicho recientemente el político italiano Mario Raffaelli, que ha sido subsecretario de Asuntos Exteriores de varios gobiernos de su país. Es muy elocuente el título de un libro que acaba de publicarle en Roma la prestigiosa editorial Studium: “Si fa presto a dire Pace”. Es decir, “se dice pronto la paz”.

Según él, no basta con pedir insistentemente la paz, con pregonar a todas horas su necesidad, con exhortar a los poderosos a que anuncien treguas inmediatas y firmen nuevos pactos de no agresión.

Tras su experiencia de mediación en diversas áreas de conflicto, afirma que la paz nunca ha sido y nunca puede ser el fruto de una buena predicación, sea religiosa o laica. El logro de la paz exige un nuevo contexto, en el que han de intervenir muchos elementos económicos e institucionales y se han de promover auténticas garantías internas e internacionales.

El autor no pretende difundir un fácil optimismo utópico. Es posible que mediante ese nuevo contexto las partes enzarzadas en los conflictos no lleguen a convertirse en amigas. Seguramente continuarán siendo diferentes y probablemente, antagonistas.

Pero según él, los países implicados en conflictos regionales o internacionales habrán de pasar siempre de la “crítica de las armas” a las “armas de la critica”. Es decir, tanto los depositarios del poder como los agentes económicos deberían decidirse a pasar de la guerra a la política.

Recordando el Acta de Helsinki, ha dicho el papa León XIV que es preciso “perseverar en el diálogo, reforzar la cooperación y hacer de la diplomacia la vía privilegiada para prevenir y resolver los conflictos”.

                                                               José-Román Flecha Andrés