LAS METAS DE LA PEREGRINACIÓN
La convocatoria
a un año jubilar es una invitación a la alegría. Es también una llamada a la
conversión, es decir al descubrimiento de la verdad de nosotros mismos.
1. En el año
santo podemos pedir a Dios el perdón que él está siempre dispuesto a concedernos.
El año santo
sugiere la posibilidad de conseguir la indulgencia, es decir la limpieza de
nuestros deseos más o menos conscientes de afirmarnos a nosotros mismos.
El año santo
implica también el deseo y la posibilidad de ponernos en camino. El camino es
el símbolo más evidente de nuestra vida. Ser humanos es estar siempre en
camino. Nuestra vida es una continua peregrinación.
En otros tiempos
la proclamación del año jubilar incluía la peregrinación a Roma y la visita a
sus grandes basílicas. Teniendo en cuenta las dificultades de muchas personas,
hoy se nos proponen metas más cercanas.
2. Me alegra
mucho saber que mi diócesis de León ha asignado como metas la catedral y el santuario
basílica de la Virgen del Camino y se han facilitado los horarios de las
celebraciones de la eucaristía y de la penitencia.
Además, se
ofrecen otras dos metas para nuestra peregrinación jubilar. Dos metas que a
muchos pueden resultarles extrañas: un centro de acogida y de comida para los
pobres y necesitados y una residencia de ancianos.
En este caso la
determinación de los lugares implica y sugiere una profunda reflexión sobre el
camino que nos lleva a Jesucristo, nuestro Señor y Salvador.
3. A los dos
primeros lugares, reconocidos siempre como “religiosos” y dedicados a adorar a
Dios, se añaden otros dos lugares, abiertamente dedicados a auxiliar a las
personas más necesitadas de ayuda.
La atención al
Dios protector ha de llevarnos necesariamente a prestar una mayor y más cordial
atención a los más desprotegidos. La conversión a Dios conlleva la conversión a
los hijos de Dios.
Sabemos que
muchas diócesis a lo largo y ancho del mundo han adoptado medidas semejantes. Y
no debería ser de otra manera. Una Iglesia que se pone en camino para la
celebración del año jubilar ha de estar dispuesta a descubrir el sentido más
profundo de la peregrinación.
4. En el marco
de la última cena Jesús reveló a sus discípulos la meta a la que habían de
dirigir sus pasos. Él dijo que iba a prepararles un lugar. Pero al mismo tiempo, les manifestó que él es
el camino.
Como eco de
aquella revelación del Maestro, el papa Juan Pablo II escribió ya en su primera
encíclica que “el hombre es
el primer camino que la Iglesia debe recorrer en el cumplimiento de su misión,
él es el camino primero y fundamental de la Iglesia” (RH 14). El hombre es
el camino para los peregrinos de hoy. En el año jubilar y en todos los años.