lunes, 27 de enero de 2025

CADA DÍA SU AFÁN - 1 de febrero de 2025

                                              

LAS METAS DE LA PEREGRINACIÓN

La convocatoria a un año jubilar es una invitación a la alegría. Es también una llamada a la conversión, es decir al descubrimiento de la verdad de nosotros mismos.

1. En el año santo podemos pedir a Dios el perdón que él está siempre dispuesto a concedernos.

El año santo sugiere la posibilidad de conseguir la indulgencia, es decir la limpieza de nuestros deseos más o menos conscientes de afirmarnos a nosotros mismos.

El año santo implica también el deseo y la posibilidad de ponernos en camino. El camino es el símbolo más evidente de nuestra vida. Ser humanos es estar siempre en camino. Nuestra vida es una continua peregrinación.

En otros tiempos la proclamación del año jubilar incluía la peregrinación a Roma y la visita a sus grandes basílicas. Teniendo en cuenta las dificultades de muchas personas, hoy se nos proponen metas más cercanas.

2. Me alegra mucho saber que mi diócesis de León ha asignado como metas la catedral y el santuario basílica de la Virgen del Camino y se han facilitado los horarios de las celebraciones de la eucaristía y de la penitencia.

Además, se ofrecen otras dos metas para nuestra peregrinación jubilar. Dos metas que a muchos pueden resultarles extrañas: un centro de acogida y de comida para los pobres y necesitados y una residencia de ancianos.

En este caso la determinación de los lugares implica y sugiere una profunda reflexión sobre el camino que nos lleva a Jesucristo, nuestro Señor y Salvador.

3. A los dos primeros lugares, reconocidos siempre como “religiosos” y dedicados a adorar a Dios, se añaden otros dos lugares, abiertamente dedicados a auxiliar a las personas más necesitadas de ayuda.

La atención al Dios protector ha de llevarnos necesariamente a prestar una mayor y más cordial atención a los más desprotegidos. La conversión a Dios conlleva la conversión a los hijos de Dios.

Sabemos que muchas diócesis a lo largo y ancho del mundo han adoptado medidas semejantes. Y no debería ser de otra manera. Una Iglesia que se pone en camino para la celebración del año jubilar ha de estar dispuesta a descubrir el sentido más profundo de la peregrinación.

4. En el marco de la última cena Jesús reveló a sus discípulos la meta a la que habían de dirigir sus pasos. Él dijo que iba a prepararles un lugar.  Pero al mismo tiempo, les manifestó que él es el camino.  

Como eco de aquella revelación del Maestro, el papa Juan Pablo II escribió ya en su primera encíclica que “el hombre es el primer camino que la Iglesia debe recorrer en el cumplimiento de su misión, él es el camino primero y fundamental de la Iglesia” (RH 14). El hombre es el camino para los peregrinos de hoy. En el año jubilar y en todos los años.

                                                                                    José-Román Flecha Andrés