ACOGER LA PALABRA
“He aquí la
esclava del Señor;
hágase
en mí según tu palabra”
(Lc 1,38)
1.
En nuestra sociedad es frecuente ver
cómo las personas se ensalzan a sí mismas. ¿A qué se debe ese exceso de
valoración personal?
2.
Todos sabemos cuándo se ha abolido
la esclavitud en un país y en otro. ¿Pero han logrado las leyes que ya no haya
esclavos?
3.
¿Qué significa para los cristianos
admitir y confesar que son esclavos o esclavas del Señor, como dijo María al
ángel Gabriel?
4.
Aceptar ser esclavos de Dios ¿no
puede llevarnos al desprecio de nuestra dignidad y al olvido de nuestros
derechos?
5.
¿Podemos recordar algún momento de
nuestra vida en el que nos ha resultado especialmente costoso acoger la palabra
de Dios?
6.
¿Podemos imaginar una sociedad, una
agrupación o una familia que trata de aceptar la palabra de Dios?
7.
¿Agradezco al Señor que, con su
gracia y la ayuda de otros hermanos, me haya facilitado aceptar su palabra en
momentos difíciles de mi vida?
José-Román Flecha