LA LITERATURA
El día 17 de julio de este año 2024, el papa Francisco ha
publicado una carta en la que ofrece algunas ideas sobre la
importancia de la lectura para la maduración de la persona.
1.
“Un buen libro de lectura llega a ser como un oasis que nos aleja de otras
actividades que no nos hacen bien”. El
lector se enriquece con lo que recibe del autor y dentro de él surge una riqueza
que renueva y amplía su universo personal.
2. La
literatura tiene mucho que ver con lo que todos buscamos en la vida, ya que
entra en íntima relación con nuestra existencia concreta, con sus tensiones, sus
deseos y significados.
4. El
Concilio Vaticano II afirma que “la literatura y el arte se proponen expresar
la naturaleza propia del hombre” y “presentar claramente las miserias y
las alegrías de los hombres, sus necesidades y sus capacidades”
(GS 62). En efecto, la
literatura se inspira en la vida de cada día, en sus pasiones y sus
experiencias, como la acción, el trabajo, el amor, la muerte y todas las
“pequeñas grandes” cosas que llenan nuestra vida.
5. Al
tratar de discernir la cultura a la luz del Evangelio, se puede reconocer la
presencia del Espíritu en la realidad humana, en los acontecimientos,
sensibilidades, deseos y tensiones profundas de los corazones y de los
contextos sociales, culturales y espirituales.
6.
La literatura nos puede hacer más sensibles a la humanidad de Jesús, en la que
se expande su divinidad. Además, nos ayuda a anunciar el Evangelio, de modo que
todos puedan experimentar que “el misterio del hombre solo se esclarece en el
misterio del Verbo encarnado” (GS 22).
7. La
lectura nos ayuda a ampliar nuestro vocabulario, estimula la imaginación y la
creatividad, mejora la capacidad de concentración, calma el estrés y la
ansiedad y nos prepara para comprender y afrontar las diferentes situaciones de
la vida.
8. El
Papa cita a Borges, según el cual,
el lector siempre escucha “la voz de alguien”. También cita a T.S. Eliot, el poeta que ha
definido la crisis religiosa moderna como una crisis con una “incapacidad
emotiva” generalizada. Y cita al
teólogo jesuita Karl Rahner, quien dijo que las palabras del poeta son palabras
de anhelo, son puertas abiertas a lo infinito.
9. La
palabra literaria libera de sus ataduras al lenguaje, lo purifica, lo abre a nuevas
posibilidades expresivas y lo hace capaz de albergar la Palabra divina, que se
instala en la palabra humana.
10.
Por último, el poder espiritual de la literatura evoca la tarea primordial
confiada al hombre por Dios, es decir, la labor de “dar nombre” a los seres y a
las cosas (cf. Gn 2,19-20). La misión de custodiar
la creación, asignada por Dios a Adán.
José-Román
Flecha Andrés