LA BONDAD Y LA APARIENCIA
“Ahora, Israel, escucha los mandatos y decretos que yo os mando
cumplir. Así viviréis y entraréis a tomar posesión de la tierra que el Señor,
Dios de vuestros padres, os va a dar” (Deut 4,1-2).
A veces vemos los mandamientos del Señor como una carga insoportable. Claro
que no los vemos así cuando los demás
los incumplen y nosotros sufrimos los efectos.
¿Quién
puede gozar de la compañía del Señor? El salmo responsorial proclama que en la
tienda del Señor se hospedará “el que procede honradamente y practica la
justicia, el que tiene intenciones leales y no calumnia con su lengua” (Sal
14,2-3).
La carta de Santiago nos ofrece un consejo que parece hoy más necesario que nunca: “Aceptad dócilmente la palabra que ha sido plantada y es capaz de salvaros. Llevadla a la práctica y no os limitéis a escucharla, engañándoos a vosotros mismos” (Sant 1,22).
EL ESCÁNDALO FARISAICO
En el
evangelio de hoy se nos recuerda que los fariseos y algunos
escribas se escandalizaban de que los discípulos de Jesús comieran sin lavarse
las manos. Jesús les dirige una acusación que puede ser actual en todos los
siglos:
“Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los
hombres” (Mc 7,8).
Tanto
en nuestras familias como en los diversos grupos que conviven en la Iglesia,
también nosotros consideramos que nuestras propias normas y manías, nuestras
costumbres y tradiciones son mucho más
importantes que los mandamientos del Señor.
Lo
mismo nos ocurre con los refranes, con
las costumbres de un pueblo o con los estatutos de una hermandad. Con mucha
frecuencia olvidamos el doble mandamiento de amar a Dios sobre todas las cosas
y al prójimo como a nosotros mismos.
Con razón se lamenta el escándalo farisaico que pervive en nuestras comunidades y en cada uno de nosotros.
LO DE FUERA Y LO DE DENTRO
Además, el
evangelio recuerda hoy otra frase de Jesús referida a
los lavatorios de los judíos. También
esa observación puede ser aplicada
a la vida actual.
•
“Nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro”. Se ha escrito que hoy
padecemos la “irresponsabilidad colectiva”. Vemos que persiste el mal, pero no
aceptamos nuestra responsabilidad. Culpamos a la propaganda, a las imágenes
pornográficas, a las noticias. Pero “lo
de fuera” no nos hace impuros si no lo aceptamos.
•
“Lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre”. Jesús nos exhorta a
enfrentarnos con nuestra propia verdad. “Lo que sale de dentro” es lo que manifiesta
nuestra maldad y nos declara culpables. Es preciso examinar la raíz de nuestros
malos deseos, de nuestros prejuicios, de nuestras hipocresías.
Por
cierto, este criterio no vale solo para juzgar el mal. También ocurre que
estamos rodeados por imágenes y símbolos del bien y ya solo por eso nos creemos
justificados y santificados. Pero todo eso es “lo de fuera”. Hemos de
preguntarnos si de nosotros mismos brotan pensamientos, palabras y decisiones
que reflejen el bien interior.
- Señor Jesús, tú nos has recordado la bondad que reflejan y exigen los mandamientos de Dios. Tu ejemplo y tu palabra nos invitan a vivir en la verdad y en la bondad. Purifica tú nuestra conciencia, líbranos de nuestro deseo de aparentar unas virtudes que no tenemos, y crea en nosotros un corazón limpio. Amén.
José-Román Flecha Andrés