lunes, 2 de septiembre de 2024

CADA DÍA SU AFÁN - 31 de agosto de 2024

 

                                                   

PENSAR EN EL SEÑOR

La mayoría de los proverbios bíblicos aconsejan unas prudentes relaciones entre las personas. Pero algunos de ellos reflejan las buenas actitudes frente a Dios. He aquí algunos ejemplos:

1.      “En todos tus caminos piensa en el Señor, y él allanará todas tus sendas (Prov 3,6)

Los maestros de Israel encontraban hasta 613 preceptos en las Sagradas Escrituras. Por eso se preguntaban si no habría un mandato principal y anterior a todos los demás. 

Pues bien, el Rabbí Ben Kappara citaba el proverbio que pide confiar en el Señor y no en la propia sabiduría.

Según él, toda la Ley podía colgar del “gancho” de este proverbio. Y no le faltaba razón. Tener presente al Señor confiere al creyente la certeza de poder cumplir su voluntad y de hacer siempre el bien.

2. “No te creas el más sabio: ten el temor del Señor y mantente alejado del mal” (Prov 3,7).

La altanería, la soberbia y la presunción son tentaciones muy habituales. Muchas veces nos consideramos los mejores de nuestra comunidad. Y nos gloriamos de nuestros bienes, de los honores que hemos recibido o de la sabiduría que nos atribuimos a nosotros mismos. 

Nada de eso puede darnos la seguridad. Solo Dios basta. Este proverbio bíblico nos exhorta a crecer en el temor de Dios, es decir en el aprecio y la aceptación de su voluntad. Claro que no basta alimentar esa confianza. Hay que alejarse del mal y obrar el bien. Esa es la verdadera sabiduría.

3. “El Señor corrige al que ama, así como un padre reprende al hijo que quiere” (Prov 3,12).

No es fácil corregir al que piensa que siempre tiene la razón y que todos los demás están equivocados. No es fácil para un padre corregir al hijo que se cree más sabio que nadie y desprecia el consejo paterno. Pero el padre reprende a su hijo porque lo ama y quiere que camine por el sendero justo.

Todos somos unos adolescentes ante Dios. Nos molesta que él nos corrija. A veces parece que tratamos de adoctrinar a Dios y decirle cómo nos tiene que tratar. Esa es una prueba de que hemos olvidado lo más importante: que Dios es nuestro Padre y nos ama.

4. “El Señor detesta los labios mentirosos; pero le agrada el hombre sincero” (Prov 12,22).

La verdad y la mentira encuentran un puesto muy destacado en los proverbios bíblicos. Unas veces se considera su relación con la justicia. Y en otras ocasiones se calcula su permanencia o su caducidad en el tiempo.

Este proverbio opta por una consideración religiosa. Puede parecer que Dios escucha con indiferencia los discursos de los hombres. No es verdad. Dios es paciente, pero no es neutral.

La mentira es una ofensa a Dios, mientras que la verdad agrada al que es verdadero por esencia. Así pues, el creyente ha de tener en cuenta esta resonancia eterna de sus palabras.

                                                              José-Román Flecha Andrés