domingo, 1 de septiembre de 2024

REFLEXIÓN - Domingo 19 del Tiempo Ordinario. B 11 de agosto de 2024

 

VIVIR PARA SIEMPRE

Elías estaba huyendo de la venganza de la reina Jezabel. Cansado del camino por el desierto, se durmió. Al despertar, vio a su cabecera una torta cocida sobre piedras calientes y un jarro de agua. Con ello se sintió reanimado y volvió a dormirse.

Pero el ángel del Señor despertó al profeta para alentarlo: “Levántate y come, pues el camino que te queda es muy largo”. Con la fuerza de aquel pan misterioso, pudo caminar durante cuarenta días y cuarenta noches hasta llegar al Horeb, el monte de Dios (1Re 19,4-8).

Todo el relato es como una parábola. Dios no abandona a quien se ha esforzado por anunciarlo a las gentes. Si el desierto es la soledad, la torta y el agua son el signo de la misericordia del Dios que envía al profeta al monte de la antigua alianza.

El salmo responsorial se hace eco de la vocación del profeta, al decir: “El ángel del Señor acampa en torno a quienes lo temen y los protege. Gustad y ved qué bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a él” (Sal 33).

La exhortación de San Pablo nos traslada ya a la nueva alianza: “Sed imitadores de Dios, como hijos queridos, y vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por nosotros a Dios como oblación y víctima de suave olor” (Ef 5,2).

JESÚS Y EL PADRE

Jesús se revela como el pan bajado del cielo, pero los judíos se preguntan. “¿Cómo dice que ha bajado del cielo?” Ellos no pueden ni quieren reconocerlo como venido del cielo.  

Sin embargo, Jesús no se extraña ante esa desconfianza de los judíos. No se la reprocha, pero les indica el camino que han de seguir para llegar a él. En su respuesta hay una frase negativa y otra positiva, en las que se contraponen el “nadie” y el “todos”:

• “Nadie puede venir a mí si no lo trae el Padre que me ha enviado”.  Jesús nos dice que venir a él es la clave y el sentido de la fe cristiana. Pero nadie puede con sus propias fuerzas llegar a reconocer y aceptar a Jesús como el mesías de Dios.

• “Todo el que escucha lo que dice el Padre y aprende, viene a mí”. Hay un  requisito y una condición para venir a Jesús. Es preciso estar dispuestos a escuchar humildemente al Padre celestial y a decidirse a aceptar siempre su voluntad.

LA VIDA SIN FIN

Jesús se presenta a sí mismo como el pan de la vida: “Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo: el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne, para la vida del mundo”. Ese es el núcleo de nuestra fe.

• “Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo”. Jesús es el nuevo maná que el Padre  entrega al pueblo de la nueva alianza. Gracias a él puede  sostenerse en  su peregrinación.

  “El que coma de este pan vivirá para siempre”. Quienes comieron el maná saciaron su hambre, pero murieron. Quien se alimenta del pan del Señor vive para siempre.

• “El pan que yo daré es mi carne, para la vida del mundo”. El pan que Jesús ofrece a su pueblo es su propia vida. Pero Jesús se entrega para que todo el mundo tenga vida.

- Señor Jesús, creemos que tú eres el Mesías que Dios nos ha enviado para nuestra salvación. Tú sabes que algunas veces olvidamos tu presencia entre nosotros y tu entrega por  nosotros. Que la fe nos ayude a buscarte y encontrarte. Y que tu pan nos mantenga en la vida sin fin que brota de ti. Amén.

                                                                                                José-Román Flecha Andrés