MEMORIA DE SAN FROILÁN
Subir hasta el
alto valle de Valdorria y asombrarse ante la majestad legendaria de la peña
Morquera, es una experiencia que todos los leoneses deberían llevar a cabo
alguna vez en su vida.
Una escalera
tallada en la roca y una sencilla ermita recuerdan que por aquellas tierras
Froilán y Atilano dedicaban su tiempo a la contemplación de la creación, a la
alabanza a su Creador y al anuncio de la palabra divina a aquellas buenas
gentes con las que compartían la humana peripecia.
La historia y la
leyenda han atribuido rasgos milagrosos a la vida y la misión de aquellos
hombres de Dios llamados a servir a los hijos de Dios. Fundador de monasterios
y buen rector de monjes, Froilán debió de ser buen catequista.
Cuando el rey
Alfonso III los eligió para obispos de León y de Zamora, seguramente respondía
a algunas voces del pueblo que proclamaban la santidad de aquellos ermitaños y
entendía que aquella voz que se alzaba a lo alto de las montañas era un eco de
la otra vez que bajaban de los cielos.
Dicen que
Froilán fue consagrado en la iglesia de Santa María el domingo de Pentecostés
del año 900.
Froilán, el
obispo de León, figura en la memoria como un buen pastor, entregado a visitar a
las gentes y a ejercer una especie de constante misión ambulante, nada temerosa
de la cercanía de los lobos bajados de la montaña.
Hoy nos
acercamos agradecidos a la catedral de León y a la urna que, bajo el altar
mayor, guarda sus restos, otrora rescatados del monasterio cisterciense de
Moreruela, ahora tan lastimosamente abandonado y herido.
Nos acercamos
suplicantes y damos gracias muy sinceras a Dios por el paso de San Froilán por
estas tierras.
Él contribuyó a
fijar y alimentar la fe de los cántabros, astures y gallegos que llegaban del
norte y del oeste, dispuestos a repoblar las vegas y a roturar los campos reconquistados
de otro dominio y de otra fe.
Venerar la
memoria de San Froilán supone y representa pagar fielmente una deuda con él y
con el pasado de estas tierras.
Pero es también,
y sobre todo, un compromiso con la esperanza y el futuro de los que, por gracia
y misericordia de Dios, aún quedan vinculados a ellas.
San Froilán recuerda
la contemplación y la acción, el pastoreo y la misión. El trabajo y la
esperanza.
José-Román
Flecha Andrés