CONFESIÓN DE FE
“¡Señor mío y Dios mío!”
(Jn 20,28)
1.
¿No nos sugiere el evangelio que nuestra fe en
el Señor está más expuesta a la tentación cuándo nos alejamos de la comunidad
de sus discípulos, por tímidos que parezcan?
2.
¿Qué es lo que impide o dificulta a muchos
miembros de nuestra sociedad hacer suya esta exclamación del apóstol Tomás?
3.
Con frecuencia nos encontramos con personas
bautizadas que confiesan que no saben cómo orar. ¿Podrían estas palabras de
Tomás ayudarnos a todos a iniciarnos en
la oración?
4.
Esta exclamación de Tomás manifiesta su fe en
el Señor que le ha mostrado sus llagas. ¿Por qué al descubrir las llagas de la
Iglesia tantas personas se sienten escandalizadas?
5.
Por otra parte, los que nos decimos seguidores
de Jesús, ¿no tendríamos que estar más atentos para descubrir las llagas de
nuestros hermanos?
6.
¿Reflexionamos alguna vez sobre las palabras finales
de Jesús, con las que declara bienaventurados a los que crean sin haber visto?
7.
¿Qué significa en mi vida personal repetir con
frecuencia la célebre invocación a Jesucristo: “Dentro de tus llagas, escóndeme”?