LA OBEDIENCIA Y LA ESCUCHA
“Abraham marchó
como le había dicho el Señor” (Gén 12,4). En la primera lectura de los domingos
de Cuaresma, hacemos un recorrido por la
historia de la salvación. De hecho, la liturgia nos presenta las figuras de
Adán y Eva, Abraham, Moisés, el rey David y el profeta Ezequiel, para culminar
el Domingo de Ramos con el Siervo de Dios.
Pues bien, frente a la
desobediencia de Adán y Eva, se subraya hoy la obediencia de Abraham. El patriarca sale de su tierra y de la casa de
su padre hacia una tierra y un destino que Dios le ha de mostrar. El suyo es un
itinerario de fe y de esperanza. Un modelo para el camino que ha de seguir todo
creyente.
En el salmo se menciona hasta tres veces la misericordia de Dios (Sal 32). En la segunda lectura de los domingos cuaresmales, los textos, tomados de los escritos paulinos, subrayan la salvación que nos ha llegado por Jesucristo. Hoy san Pablo recuerda que Él “destruyó la muerte y sacó a la luz la vida inmortal, por medio del Evangelio” (2 Tim 1,8-10).
CUATRO DETALLES EXCLUSIVOS
• Se concede a Pedro un
cierto protagonismo. Es él quien se ofrece a levantar por su cuenta tres
tiendas: una para Jesús, otra para Moisés y otra para Elías.
• Pero los evangelios de
Marcos y Lucas añaden que Pedro no sabía lo que decía. Solo el evangelio de
Mateo suprime esa observación que podría oscurecer su autoridad.
• Según este evangelio, al
oír la voz de lo alto que los invita a escuchar a Jesús, los discípulos predilectos
cayeron de bruces, dominados por el miedo.
• Pero solo este evangelio, al sentido del oído y de la vista, añade también el tacto. Jesús se acercó a los discípulos, los tocó y les dijo: “Levantaos y no tengáis miedo” (Mt 17,7).
LA VOZ DE DIOS DESDE LA NUBE
Sin embargo, los tres evangelios sinópticos
coinciden en un dato muy importante. Recogen la voz que procede de la nube, que
es un signo habitual signo de la presencia de Dios: “Este es mi Hijo amado, en
quien me complazco. Escuchadlo”.
• “Este es mi Hijo amado”.
La Transfiguración de Jesús revela a los discípulos el rostro de Dios. Nunca
podrá ser confundido con los dioses de los paganos. Con los ídolos de antes y
los de ahora. El verdadero Dios es Padre y manifiesta públicamente su amor.
• “En él me complazco”.
Jesús recoge la imagen del Siervo de Dios, al que se dedicaban aquellos
hermosos cantos en la segunda parte del libro de Isaías. También Jesús ha sido
elegido y enviado. Él es el predilecto de Dios. Y también él nos salvará por
sus dolores.
• “Escuchadlo”. En el
Deuteronomio se pedía al hebreo que escuchase a Dios. Ahora Dios nos pide que
escuchemos a Jesús. Él es la Palabra hecha carne. La Palabra definitiva de
Dios. Escucharlo no es una frivolidad. Es aceptar su vida y su suerte, tomar su
cruz y seguirle.
- Dios y Padre nuestro, Abraham te obedeció cuando lo invitabas a salir de su tierra. Nosotros queremos obedecerte cuando nos invitas a escuchar a tu Hijo. Él es la tierra de salvación a la que nos llamas. Ayúdanos a obedecer tu voz como la obedeció el antiguo patriarca. Bendito seas por siempre, Señor. Amén.
José-Román Flecha Andrés