UNA MISIÓN UNIVERSAL
“Te hago luz de las naciones, para que
mi salvación alcance hasta el confín de la tierra”. Esta es la promesa que oye el Siervo del Señor (Is 49,6).
Este personaje misterioso se siente
elegido por Dios para ser enviado a una misión universal. Su tarea no se reduce
a convocar y reunir a su pueblo, sino que ha de tratar de iluminar a todas las
naciones.
El elegido por Dios manifiesta su
voluntad de escuchar esa llamada y de ser fiel a ese envío. Hacemos nuestra ese
fidelidad mediante el salmo responsorial: “Aquí estoy, Señor, para hacer tu
voluntad. Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas” (Sal 39).
También san Pablo se presenta ante los fieles de Corinto como un llamado por Dios a ser apóstol de Jesucristo. También él es consciente de que su misión se extiende a todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de Jesucristo, que es el Señor de todos (1Cor 1,1-3)
LA ENTREGA DEL CORDERO
Durante el tiempo de Adviento hemos
recordado una y otra vez la vocación y la predicación de Juan, el Bautista.
Ahora se nos dice que, al descubrir a Jesús entre las gentes que acudían a
escucharle y ser bautizadas por él, Juan pronunció unas palabras que nos
resultan muy familiares: “Este es el cordero de Dios que quita el pecado del
mundo” (Jn 1,29).
• El papa emérito Benedicto XVI dijo
muchas veces que estamos viviendo el eclipse de Dios. Quien no reconoce a Dios,
difícilmente reconocerá haberlo traicionado. Juan el Bautista no ignora que
nuestro mundo vive en situación de pecado. Sin embargo, proclama la llegada de
Aquel que puede liberarnos del pecado y de sus consecuencias.
• Además, Juan Bautista presenta a Jesús como el Cordero del mundo. Con esa imagen evocaba la cultura pastoril de su pueblo. Y, sobre todo, aludía a las víctimas ofrecidas en el templo. Como el cordero de la pascua judía, Jesús se entrega voluntaria y libremente en expiación por el pecado del mundo. Y por nuestro pecado.
HUMILDAD Y VALENTÍA
Pero hay algo más en las palabras pronunciadas
por Juan el Bautista. Por una parte confiesa su ignorancia previa y, por otra,
manifiesta la revelación que ha recibido del Espíritu.
• “Yo no lo conocía, pero he salido a
bautizar…” El profeta declara que el bautismo que él administra es tan solo su
humilde contribución para que Jesús se manifieste a su pueblo.
• “He contemplado al Espíritu… que se
posó sobre él”. El desconocimiento de Juan ha encontrado ayuda en la
contemplación del Espíritu que guía a Jesús.
• “Yo no lo conocía, pero el que me
envió me dijo…” El profeta no conocía a Jesús pero se sabía elegido y enviado
por Dios para presentarlo como el esperado por las gentes.
• “Yo lo he visto y he dado testimonio
de que este es el Hijo de Dios”. Después
de ver a Jesús, la ignorancia de Juan ha dejado paso al testimonio sobre Jesús,
Hijo de Dios.
- Padre nuestro que estás en los
cielos, como a Juan el Bautista, también a nosotros nos has elegido y enviado. Y con la Ayuda del
Espíritu nos vas guiando para que podamos anunciar a Jesucristo como Salvador y
dar testimonio de su presencia en este mundo. Ayúdanos con tu gracia a cumplir
esa misión con humildad y valentía. Amén.
José-Román Flecha Andrés