FIELES Y CREÍBLES
“Disminuís la medida, aumentáis el precio,
usáis balanzas con trampa, compráis por dinero al pobre, al mísero por un par
de sandalias, vendiendo hasta el salvado de trigo. Jura el Señor por la gloria de
Jacob que no olvidará jamás vuestras acciones”.
Así
denuncia Amós las escandalosas injusticias que pudo observar entre las gentes
de Samaría. Él proclamaba que no era un profeta. Era solo un pastor. Pero tenía
sentido común para percibir el engaño de los que falseaban las medidas y
aumentaban los precios. Siempre a costa de los pobres (Am 8,4-7).
Con
el salmo responsorial, en este tiempo de crisis, nosotros proclamamos que Dios es
justo, “levanta del polvo al desvalido y alza de la basura al pobre” (Sal 112,7-8).
San Pablo pide a Timoteo que se hagan oraciones para que todos los fieles puedan llevar “una vida tranquila y apacible, con toda piedad y decoro” (1 Tim 2,1-2).
TRES LECCIONES
El
evangelio de Lucas presta una gran atención a los pobres y a los marginados. Precisamente
por eso, en sus páginas se menciona muchas veces el dinero. En el texto que hoy
se proclama se recuerda la parábola del hombre rico que descubre que su
administrador le está siendo infiel (Lc
16,1-13).
Antes
de ser despedido de su empleo, el administrador trata de asegurarse el
futuro, aun a costa de su amo. De hecho,
llama a los deudores para que acudan a falsificar los documentos y disminuir su
deuda por la compra del trigo y del aceite. Jesús añade que el amo alaba la
astucia de aquel administrador infiel.
¿Que lección se desprende de ese hecho?
•
Jesús sugiere que
los hijos de la luz deberían
ser tan
inteligentes para hacer el
bien como lo son los hijos de este mundo
para realizar el mal.
• Por medio de esta parábola, el Maestro
exhorta a los discípulos a que utilicen los bienes de este mundo para recibir una buena acogida
en las moradas eternas.
• Algunos insinúan que el proceder del administrador puede haber hecho comprender a su amo que los bienes de este mundo tienen tan solo una importancia relativa.
DOS ADVERTENCIAS
Además
de llamar nuestra atención con el aplauso al administrador infiel, el evangelio recoge dos advertencias que habrán de tener
en cuenta los discípulos del Maestro:
• Solo
quien es fiel será fiable. La fidelidad no se puede improvisar. Para merecer
confianza en los asuntos más importantes, los creyentes han de ser fieles en
las tareas que exige cada día la misión que
les ha sido encomendada. El buen uso de los bienes de la tierra es un signo de
la seriedad del compromiso del creyente.
•
Además, no es fácil servir bien a dos amos. El servicio exige siempre un cuidadoso
discernimiento. Es preciso saber elegir a quién se ha de servir y cómo ha de ser servido. Esa elección será la revelación
de la verdad última de la persona. La conclusión de Jesús es contundente: “No
podéis servir a Dios y al dinero”.
- Señor Jesús, todos nosotros proclamamos el valor de la justicia. La reclamamos como un derecho, pero olvidamos que es también un deber. Ayúdanos a liberar nuestro corazón de la esclavitud a los bienes de este mundo. Con esa libertad esperamos ser fieles y creíbles al anunciar tu mensaje de amor y de justicia. Bendito seas por siempre, Señor. Amén.
José-Román Flecha Andrés