domingo, 4 de septiembre de 2022

REFLEXIÓN - Domingo 24º del Tiempo Ordinario. C 11 de septiembre de 2022

 

PARÁBOLAS DE LA ALEGRÍA

 “El Señor se arrepintió de la amenaza que había pronunciado contra su pueblo” (Éx 32,14).  Dios había adoptado a Israel como “su” pueblo. Pero allá en el desierto su pueblo pidió a Aarón que le fabricara un dios visible. Moisés  tuvo que ver horrorizado cómo sus gentes adoraban a un becerro de oro.

Evidentemente añoraban las hortalizas de Egipto. Pero también seguían confiando en los dioses de aquella tierra. Preferían el pasado al futuro. Dios parecía decidido a castigar a su pueblo. Pero ante la súplica de Moisés, Dios se arrepintió de su amenaza.

A esa lectura, la asamblea litúrgica responde hoy con la invocación de un salmo muy conocido: “Misericordia, Dios mío por tu bondad” (Sal 50,3).  

 Por otra parte, san Pablo reconoce que, a pesar de haber sido un blasfemo, un perseguidor y un violento, Dios se ha compadecido de él (1 Tim 1,12-17).

 LAS PÉRDIDAS Y LOS HALLAZGOS

El poeta Charles Péguy decía que, aunque se pierda el evangelio, quedarán flotando en la memoria colectiva las tres parábolas de las pérdidas y los hallazgos, las tres parábolas de la alegría que se encuentran en el capítulo 15 del evangelio según san Lucas.  

• En la primera parábola se nos presenta a un pastor que ha perdido una oveja. Piensa que el resto del rebaño puede descansar tranquilo. Pero él no está tranquilo hasta que recupera a la oveja perdida. Lleno de alegría por el reencuentro, comunica la noticia a los amigos y los invita a que se alegren con él.

• En la segunda parábola se menciona a una mujer que ha perdido una moneda. Ahora no se trata de un animal cuya custodia le haya sido encomendada. Se trata de algo que la mujer valora. No le pesa perder su tiempo para buscarla. Cuando la encuentra, también ella comunica la novedad a las vecinas y las exhorta a que se alegren con ella.

Más que una lección  moral, Jesús quiere subrayar un mensaje teológico. Los relatos hablan de Dios. En ambos casos, Jesús revela la misericordia de Dios. Las dos parábolas ofrecen una misma profecía: “Habrá alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta”.

EL REENCUENTRO

La tercera parábola nos introduce en el seno de una familia, en la que sobresale la figura de un padre generoso y compasivo.

• En esa familia, el hijo menor ansía y busca la libertad, pero un día llega a vivir en una práctica esclavitud. Exige la parte de la herencia que le corresponde, la dilapida y termina en la pobreza. Pero el relato anota su reflexión, su retorno al hogar y la magnanimidad del padre que lo recibe con alegría.

• El hijo mayor no se va de casa, pero no encuentra en ella la felicidad. Al ignorar el don de la paternidad y el gozo de la filialidad, olvida la responsabilidad de la fraternidad. Pero su padre lo invita a ser él mismo y a vivir la alegría del reencuentro: “Este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido, estaba perdido y lo hemos encontrado” (Lc 15,32).   

- Señor Jesús, a pesar de su idolatría, el pueblo de Israel alcanzó el perdón de Dios. También nosotros a veces lo ignoramos. Pero tú nos has revelado la alegría de Dios cuando nos dejamos encontrar y recibir por él. Te rogamos que nos enseñes que el amor del padre y del hermano es la prenda de la alegría. Bendito seas por siempre, Señor. Amén.

                                                                                          José-Román Flecha Andrés