UNA FE VIVA
“Auméntanos la fe” (Lc 17,5)
Señor Jesús, muchos de los que decimos
seguirte reconocemos que tenemos muy poca fe. A veces decimos tener muchas
dificultades para creer algunas verdades de nuestro credo. Repetimos las
fórmulas pero ignoramos su verdadero contenido. Y lo que es peor, no las
traducimos a nuestras actitudes concretas.
Sin
embargo, nuestra fe no se reduce a lo que creemos o dejamos de creer. Creer en una persona implica confiar en ella.
Pero ese es nuestro pecado. No nos fiamos plenamente de Dios. Preferimos
gestionar por nuestra propia cuenta los asuntos que más nos interesan. Y los
problemas que más nos preocupan.
“Señor,
auméntanos la fe”. Confiamos en la técnica y en sus posibilidades. Confiamos en el dictamen de los expertos,
aunque no los conozcamos. Confiamos en las encuestas, siempre que reflejen la
opinión que deseamos conocer. Confiamos en la fidelidad de quienes nos siguen a
través de los modernos medios de comunicación.
Al
menos, eso es lo que creemos o lo que queremos creer. En realidad, todos nos hemos vuelto muy
desconfiados. Lamentablemente, se puede decir de nosotros que no confiamos en
nadie. Pero tal vez, muchos otros podrán asegurar que nadie puede fiarse plenamente
de nosotros. A fin de cuentas, no somos
creyentes ni creíbles.
“Señor
auméntanos la fe”. Tú sabes bien que nuestra fe es demasiado cómoda y cobarde,
demasiado vacilante e insegura. Además, es también demasiado ignorante. No
conocemos el contenido de nuestra fe ni el modo de presentarla. No meditamos tu
mensaje para conocer tus razones y para saber comunicarlo razonablemente.
Envíanos tu Espíritu. Sin él, nuestra fe
seguirá siendo débil y mortecina. Sin la luz y la fuerza de tu Espíritu, nunca
podremos ser verdaderos apóstoles. Nunca llegaremos a ser los discípulos
misioneros que tú querías enviar hasta los últimos confines de la tierra. Una
vez más te rogamos: “Señor, auméntanos la fe”.
José-Román
Flecha Andrés