lunes, 11 de abril de 2022

CADA DA SU AFÁN 16 DE ABRIL DE 2022

 


EL ESCÁNDALO DE LA CRUZ

La visión de la esperanza nada mengua al dolor y a la congoja de los que van haciendo un camino de dolor y de renuncias.

A pesar de su dignidad, nada se le ahorró a nuestro Señor y Redentor, como bien lo expresaba fray Luis de León: “¿Qué no sufrió de los hombres por amor de los hombres? ¿De qué injuria no hicieron experiencia en él los que vivían por él?... Añadieron a las bofetadas azotes, y a los azotes espinas, y a las espinas clavos y cruz dolorosa”.

No era invulnerable como los héroes mitológicos de antes y de ahora. A la tortura del suplicio y de la cruz, Jesús de Nazaret unía los dolores del sinsentido de un mundo empecinado en el absurdo y el pecado.

Con él han subido hasta la cruz todos los dolores y todos los alivios, toda blasfemia y toda abnegación.

Con él han subido a la cruz las humanas resistencias y los humanos anhelos; el ser y los proyectos, la confusión y el aguardo, la vela y los desvelos.

Con él han subido a la cruz los que no logran entender el sublime don de la humanidad y los que tienen difícil la inmensa tarea de la hombría.

Con él suben a la cruz los traicionados con un beso o con promesas de futuros imposibles, los secuestrados y juzgados por oscuras soberanías de grupo e ideología.

Con él suben a la cruz los despojados por motivos de reconversión o de progreso,  los humillados por falsas libertades o en encuentros sin amor y compromiso.

Con él ha subido a la cruz el proyecto de una fraternidad mal proyectada, que ha olvidado la cultura de la vida y de la fe, del amor y la esperanza.

Pero con él ha subido a la cruz la promesa de una nueva humanidad, libre y rescatada, triunfadora del sinsentido y de la náusea.

Así lo proclamaba ya Unamuno: “Que eres, Cristo, el único Hombre que sucumbió de pleno grado, triunfador de la muerte, que a la vida por Ti quedó encumbrada. Desde entonces por Ti nos vivifica esa tu muerte, por Ti la muerte se ha hecho nuestra madre, por Ti la muerte es el amparo dulce que azucara amargores de la vida, por Ti, el hombre muerto que no muere, blanco cual luna de la noche”.

Escándalo para los que piensan en Dios en términos de poder. Locura para los que ven la salvación en clave de sabiduría. He ahí la cruz, salvación para los que creen en el Crucificado.

Los que le buscan, tratando de esquivar la cruz, no hallarán al Verdadero. Los que llevan la cruz, aun sin buscarla, ya recorren su Camino. Porque de la muerte del que se ha desvivido por los otros brota la Vida para los que van malmuriendo cada día.

Como la antigua serpiente de bronce levantada en las estepas, Jesús de Nazaret atrae hacia sí toda mirada y  devuelve a los heridos  la salud y la esperanza.

                                                                    José-Román Flecha Andrés