¿PARA QUIÉN SOY YO?
Llevaba por título “Fomento de
vocaciones sacerdotales”. Era una revistilla de pocas páginas editada por el
Seminario diocesano de León. Era un gusto leer la “Crónica” que escribía Félix
del Blanco, aquel seminarista que con el tiempo sería nuncio apostólico en
varios países y arzobispo Limosnero Papal. Ha muerto en Roma la semana de
Pascua.
El título de la revista no respondía
solo a un deseo. En todas las parroquias de la diócesis el “Fomento de
vocaciones sacerdotales” era todo un movimiento y una espiritualidad. Hacía
presente el Seminario y daba a conocer su vida. Organizaba la oración por las
vocaciones y colaboraba con su ayuda económica en la formación de los
seminaristas.
El día 25 de abril, cuarto domingo del
tiempo pascual, se celebra la Jornada Mundial de Oración por las vocaciones. El
lema elegido para este año 2021 es realmente sugerente. “¿Para quién soy yo?”.
A lo largo de este año, vivido bajo la amenaza de la pandemia, puede ser que
hayamos caído en la tentación de la indiferencia.
Es verdad que ha habido muchas personas
que se han desvivido por los demás. Es preciso agradecérselo de palabra, con
obras y con sincero afecto. Pero, demasiado preocupados de conservar la salud y
evitar el contagio, algunos nos hemos cerrado excesivamente en nosotros mismos.
Es hora de preguntarnos qué es lo que estamos haciendo y qué es lo
que deberíamos hacer. O tal vez tendremos que preguntarnos para quién somos y
qué es lo que somos y podemos ser. Qué es lo que estamos llamados a ser y hacer
por los demás. Y si hemos sido llamados, es que alguien conoce nuestro nombre y
nuestras capacidades.
Esta jornada de oración nos invita a
guardar un poco de silencio y preguntarnos qué estamos haciendo con nuestra
vida. Y qué podríamos hacer por nuestros hermanos. “Para quién soy yo”.
En su mensaje para esta Jornada el papa
Francisco nos invita a recordar la figura de san José. Según él, san José nos sugiere tres palabras clave para nuestra vocación. La primera
es “sueño” . “A través de los sueños que
Dios le inspiró, él hizo de su existencia un don”.
La segunda palabra es “servicio”. “Para san José el servicio,
expresión concreta del don de sí mismo, no fue sólo un ideal elevado, sino que
se convirtió en regla de vida cotidiana”. Esta actitud no permite que persigamos
obstinadamente nuestras propias ambiciones y nos dejemos paralizar por nuestras
nostalgias.
La tercera palabra es la “fidelidad”. San José nos enseña
que “la vocación, como la vida, solo madura por medio de la fidelidad de cada
día, que surge al descubrir la fidelidad de Dios. No podemos olvidar que “esta fidelidad es el secreto de la alegría”.
En esta Jornada de oración por las vocaciones tenemos el modelo que nos ofrece José de Nazaret y un excelente ideal para este momento concreto .
José-Román Flecha Andrés