“En el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo”
(Mt 28,19)
• Gloria a ti, Padre sin principio y sin coacción, origen de
la luz y de la vida, Señor del tiempo y del espacio. Dios amor en gratitud
hecha promesa, dádiva y pacto, liberación y cercanía, misericordia y compasión.
Gracias por el milagro del ser y la existencia. Por la
fresca amanecida, y por el lento ocaso que arrulla y adormenta. Y por ese gesto
de tu mano que nos dice y asegura que la puerta de tu casa nunca tuvo cerrojos contra
nuestra libertad. Gracias por ser padre y salir a recibirnos cuando los sueños
se vuelven soledad.
• Gloria a ti, Palabra que resuena por cerros y vaguadas.
Palabra del principio y del final. Modelo para todo lo creado para el hombre y
juez de todo lo urdido por los hombres. Pastor y puerta del rebaño. Camino,
verdad y vida. Mensaje y mensajero, profeta y profecía.
Gracias por haberte humillado hasta el servicio. Por tu
gracia y cercanía. Por tu amistad sin fingimiento. Por tu mano curadora de
sorderas y cegueras. Por escuchar el tintineo de dos monedas de una viuda. Por
tu entrega generosa y tus pasos de hortelano en una sorprendente amanecida.
Gracias por tu nombre de Emmanuel y por quedarte
como tal en los altares.
• Gloria a ti, Espíritu de Dios. que desde siempre te
cernías sobre las aguas primordiales. Aliento de la vida y viento que se lleva las
semillas. Susurro en el silencio del profeta. Brisa en los calores y vendaval
que nos despierta.
Gracias por ese amor que acerca corazones y teje
convivencias. Por los frutos del gozo y el encuentro, la paciencia y el
perdón. Por la gracia feliz de la
armonía. Por llevarnos paso a paso a la sorpresa de la verdad plena y no
soñada. Por ese consuelo indefinible en el oscuro rincón de los sollozos y por
esa voz que remueve las conciencias.
Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en
el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
José-Román Flecha Andrés