EL JUICIO Y EL TESTIMONIO
“A vosotros, los que teméis mi nombre, os iluminará un
sol de justicia y hallaréis salud a su sombra”. Este texto del profeta
Malaquías anuncia el día del Señor. Un día ardiente como un horno. Así será el
juicio de Dios sobre los hombres y sobre la historia. Los malvados serán como
la paja que consume el fuego. Pero a los justos, ese mismo fuego les
proporcionará un calor saludable y luz para el camino (Zac 3,20).
De esa profecía se hace eco el salmo responsorial de
este domingo. De nuevo aparece la visión del juicio de Dios sobre la historia y
sobre el proceder de cada persona. “El Señor llega para regir la tierra, para
regir a los pueblos con rectitud” (Sal 97,9).
La consideracion del juicio de Dios sobre el mundo
debio de dejar impresionados a los fieles de Tesalónica. Sin duda pensaban que
el juicio estaba ya muy próximo. Tanto que algunos vivían desordenadamente y
habían dejado de trabajar. San Pablo repite lo que ya había ordenado antes:
“Que si alguno no quiere trabajar, que no coma” (2 Tes 3,7-12).
CURIOSIDAD Y
FIDELIDAD
El evangelio que se proclama en este penúltimo domingo
del año litúrgico (Lc 21,5-19) nos recuerda que algunos contemporáneos de Jesús
se quedaban admirados por la belleza del templo de Jerusalén, que desde los
días de Herodes el Grande estaba siendo reconstruido con magnificencia.
Sin embargo, Jesús les advierte sobre la caducidad de
todas las obras humanas: “Esto que contempláis, llegarán días en que no quedará
piedra sobre piedra que no sea destruida”. El anuncio suscita la curiosidad de
los oyentes. Desearían saber cuándo va a ocurrir ese desastre. Pero Jesús se niega a ofrecer una respuesta
sobre esa fecha.
De todas formas, el texto incluye una lista de
fenómenos cósmicos y sociales que inducirán a muchos a pensar que se acerca el
final de los tiempos. Además, Jesús anuncia las persecuciones que habrán de
afectar a los que le siguen.
Serán denunciados hasta por sus mismos familiares. Y,
al igual que el mismo Jesús, habrán de comparecer ante las autoridades
religiosas y civiles. Pues bien, todo lo que puedan sufrir por causa del nombre
del Señor, tendrán que verlo como una ocasión para dar testimoniono de su fe y
de su fidelidad al Maestro.
AVISOS
PARA EL CAMINO
La
pregunta de los curiosos se ha ido repitiendo a lo largo de estos 2000 años de
cristianismo. A muchos les interesa saber el cómo, el dónde y el cuándo de los
acontecimientos. Los seguidores de Jesús le preguntaron: “Maestro, ¿cuándo va a
ser eso?”. En lugar de responder, Jesús nos dejó tres avisos para el camino:
•
“No vayáis tras ellos”. Muchos vendrán recordando todos los fenómenos que
suelen atemorizar a las gentes y se presentarán como el Mesías enviado por Dios. Los seguidores de Jesús no deberán prestar
atención a esos pretendidos salvadores de la humanidad. La salvación está en
seguir al Señor.
• “No tengáis pánico”. Siempre habremos de
vivir en un tiempo de contradicción y persecución. Si queremos de verdad
seguir a Jesucristo tendremos que contar
con calumnias y acusaciones de todo tipo. Pero hemos de superar el temor y aprender
a remar contra corriente. Ser testigos implica estar ahí y ser diferentes.
•
“Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas”. Salvar el alma es seguir
al Salvador de nuestras vidas. Salvar el alma es descubrir el sentido de la
vida y tratar de realizarlo y celebrarlo un día tras otro. El pensamiento sobre
el futuro nos exige un compromiso de verdad y fidelidad en el presente.
-
Señor Jesús, conocemos la debilidad de las grandes construcciones humanas. Y la
falsedad de los que se arrogan el papel de salvadores de la humanidad. Nosotros
creemos que tú eres el único Salvador. Que tu gracia nos ayude a escuchar tu
voz entre las voces y a dar un testimonio valiente y creible de tu palabra y de
tu vida.
José-Román Flecha Andrés