LA INJUSTICIA Y LA ASTUCIA
“Escuchad esto los que exprimís al pobre, despojáis a los
miserables, diciendo: ¿cuándo pasará la luna nueva para vender el trigo y el
sábado para ofrecer el grano?” (Am 8,4). El pueblo de Samaría gozaba de una
cierta prosperidad. Pero Amós, aquel pastor llegado de Técoa, de pronto comenzó
a denunciar las injusticias que envenenaban allí la convivencia.
Él nunca se hubiera creído un
profeta. Pero con razón decía que nadie puede dejar de temblar cuando el león
ruge en la selva. Es un crimen aplastar
al débil y al indefenso. Pero es una infamia y un pecado tratar de ignorar los
fraudes y los abusos contra ellos.
Amós sabe que algunos parecen
celebrar el día del sábado, pero al mismo tiempo lamentan que no se pueda
comerciar en ese día. Los que solo piensan en sus dineros no pueden detenerse a
celebrar con verdad los días dedicados
al descanso sagrado.
Con razón el salmo responsorial
proclama que el Señor “levanta del polvo al desvalido y alza de la basura al
pobre” (Sal 112,7). Como escribía san Pablo, “Dios quiere que todos los hombres
se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (1 Tim 2,4). Y esa voluntad
de Dios alcanza tanto al oprimido como al opresor.
LA PAZ Y LOS BENEFICIOS
La parábola evangélica que hoy se
proclama evoca también el ambiente de los negocios. Un administrador va a ser
despedido por defraudar a su amo. Pero aprovecha una última oportunidad para
ganarse unos amigos. Disminuyendo la deuda que tienen pendiente, espera
conseguir sus favores cuando se encuentre en la calle y sin trabajo (Lc 16,1-13).
Lo más sorprendente del relato
evangélico es que el amo felicita a ese administrador infiel por la astucia que
ha demostrado. El comentario con el que Jesús concluye la parábola podría
aplicarse a muchas situaciones actuales: “Ciertamente, los hijos de este mundo
son más astutos con su gente que los hijos de la luz”.
Algunos comentaristas modernos
tienen en cuenta la frecuencia con la que aparecen los dineros en el evangelio
de Lucas. Y se preguntan si el dueño no alabará al administrador porque el
fraude le ha hecho comprender que no merece la pena perder el ánimo y la paz
por la pérdida de unos beneficios económicos.
RESPONSABLES Y FIELES
Por otra parte, Jesús utiliza la
parábola para dirigir a sus discípulos algunas reflexiones de tipo sapiencial. En ellas se refiere al
hombre, pero también a Dios.
• “El que es de fiar en lo menudo
también en lo importante es de fiar”. Ser honrados en los pequeños compromisos
de cada día constituye una buena preparación para asumir nuestra
responsabilidad humana y para aceptar el proyecto de Dios sobre nosotros.
• “Ningún siervo puede servir a
dos amos”. El corazón dividido no puede encontrar la paz, ni en el trabajo ni
en la vida familiar. Pero esa división llega a ser dramática cuando pretendemos
ser fieles a las voces del mundo y olvidamos la voz de Dios.
• “No podéis servir a Dios y al
dinero”. Parece que siempre hemos de servir a alguien. Y muchas veces servimos
a los que nos ofrecen seguridades inmediatas. Sin embargo, hemos de reconocer
que esas satisfacciones no equivalen a la felicidad. Solo Dios es Dios. Solo quien
adora a Dios y solamente a Dios, puede
encontrar la libertad.
- Señor Jesús, reconocemos que
con frecuencia vivimos asentados en el fraude y en la mentira, en el interés y
en la idolatría. Que tu Espíritu nos ayude a ser responsables en las cosas de
este mundo y a ser fieles a nuestra vocación cristiana. Amén.
José-Román Flecha Andrés