SOBRE LA REGULACION DE LA NATALIDAD
A los cincuentas años de la publicación de la encíclica Humanae vitae, es preciso mencionar su
jucio sobre los metodos de regulación de la natalidad.
Aquel documento incluía un parráfo en el que parecía excluir
todo tipo de medios artificiales para el control de nacimientos (n. 14). Ese
texto daba pie a dos preguntas. Por una parte, se califica la limitación de nacimientos
como "intrínsecamente deshonesta", mientras que en el n. 15 se
permite por razones terapéuticas. ¿Qué significa la expresión
"intrínsecamente malo", referida a la anticoncepción?
Además, a pesar de utilizar esa calificación, el texto de la
encíclica permitía el recurso a algunos medios de anticoncepción, ya fueran los
naturales, ya fueran algunos medios artificiales considerados como
terapéuticos. Así que cabe preguntarse hasta dónde llega y dónde termina la intervención terapéutica.
Como se sabe, diversas conferencias episcopales trataron en
su momento de explicar estos puntos a los fieles, subrayando siempre la
necesidad de procurar formar una conciencia recta y verdadera.
Con relación a los conflictos de conciencia que han surgido
a propósito de este tema, un artículo publicado en L’Osservatore Romano afirmaba
que “cuando se trata de juzgar el comportamiento moral subjetivo en su
imprescindible referencia a la norma que prohibe el desorden intrínseco de la
anticoncepción, es del todo legítimo tomar en consideración los diversos
factores y aspectos del obrar concreto de la persona; no solo sus intenciones y
motivacines, sino tambien las diversas circunstancias de la vida que pueden
afectar el conocimiento y la libre voluntad”.
Al cumplirse los cuarenta a los de la publicación de esta
encíclica, el papa Benedicto XVI
escribía: “La posibilidad de procrear una nueva vida humana está incluida en la
donación integral de los cónyuges. En efecto, si toda forma de amor tiende a
difundir la plenitud de la que vive, el amor conyugal tiene un modo propio de
comunicarse: engendrar hijos. Así, no sólo se asemeja, sino que también
participa en el amor de Dios, que quiere comunicarse llamando a la vida a las
personas humanas. Excluir esta dimensión comunicativa mediante una acción que
tienda a impedir la procreación significa negar la verdad íntima del amor
esponsal, con el que se comunica el don divino”.
La ligereza con que se han difundido los
medios anticonceptivos no ha contribuido a realzar la dignidad de la
procreación. Con frecuencia han comportado la instrumenatlización de la
persona. Pero la encíclica no puede reducirse a
una prohibición de los medios “artificiales” de regulacion de la natalidad. Hoy habrá que examinar las actitudes que
motivan la utilización de los mismos.