lunes, 20 de agosto de 2018

CADA DÍA SU AFÁN 25 DE AGOSTO DE 2018

SOBRE LA REGULACION DE LA NATALIDAD
A los cincuentas años de la publicación de la encíclica  Humanae vitae, es preciso mencionar su jucio sobre los metodos de regulación de la natalidad.
Aquel documento incluía un parráfo en el que parecía excluir todo tipo de medios artificiales para el control de nacimientos (n. 14). Ese texto daba pie a dos preguntas. Por una parte, se califica la limitación de nacimientos como "intrínsecamente deshonesta", mientras que en el n. 15 se permite por razones terapéuticas. ¿Qué significa la expresión "intrínsecamente malo", referida a la anticoncepción?
Además, a pesar de utilizar esa calificación, el texto de la encíclica permitía el recurso a algunos medios de anticoncepción, ya fueran los naturales, ya fueran algunos medios artificiales considerados como terapéuticos. Así que cabe preguntarse hasta dónde llega y dónde termina  la intervención terapéutica.
Como se sabe, diversas conferencias episcopales trataron en su momento de explicar estos puntos a los fieles, subrayando siempre la necesidad de procurar formar una conciencia recta y verdadera.
Con relación a los conflictos de conciencia que han surgido a propósito de este tema, un artículo publicado en L’Osservatore Romano  afirmaba que “cuando se trata de juzgar el comportamiento moral subjetivo en su imprescindible referencia a la norma que prohibe el desorden intrínseco de la anticoncepción, es del todo legítimo tomar en consideración los diversos factores y aspectos del obrar concreto de la persona; no solo sus intenciones y motivacines, sino tambien las diversas circunstancias de la vida que pueden afectar el conocimiento y la libre voluntad”.
Al cumplirse los cuarenta a los de la publicación de esta encíclica, el papa Benedicto XVI
escribía: “La posibilidad de procrear una nueva vida humana está incluida en la donación integral de los cónyuges. En efecto, si toda forma de amor tiende a difundir la plenitud de la que vive, el amor conyugal tiene un modo propio de comunicarse:  engendrar hijos. Así, no sólo se asemeja, sino que también participa en el amor de Dios, que quiere comunicarse llamando a la vida a las personas humanas. Excluir esta dimensión comunicativa mediante una acción que tienda a impedir la procreación significa negar la verdad íntima del amor esponsal, con el que se comunica el don divino”.
La ligereza con que se han difundido los medios anticonceptivos no ha contribuido a realzar la dignidad de la procreación. Con frecuencia han comportado la instrumenatlización de la persona. Pero la encíclica no puede reducirse a una prohibición de los medios “artificiales” de regulacion de la natalidad. Hoy habrá que examinar las actitudes que motivan la utilización de los mismos.
                                                                         José-Román Flecha Andrés