EL CEDRO Y LA
MOSTAZA
En
la primera lectura que se lee en este domingo, el profeta Ezequiel (Ez
17,22-24) presenta las esperanzas de Israel bajo la imagen de un alto cedro. De
su cumbre tomará el Señor una ramita, la plantará en la montaña más alta y ella
irá creciendo hasta llegar a acoger a todas las aves que cruzan los cielos.
La
parábola es un canto de esperanza. Habla de Dios y recuerda su misericordia con
relación a su pueblo. De hecho, anuncia el futuro de Israel, convertido en meta
de peregrinación para todos los pueblos.
De
paso, el profeta nos ofrece a todos una enseñanza moral. Dios tiene sus propios
planes. El Señor humilla a los árboles más altos, pero ensalza a los árboles
más humildes, seca los árboles lozanos, y hace florecer a los árboles
aparentemente secos.
LA SEMILLA Y LA MOSTAZA
Por
su parte, el texto del evangelio que hoy se proclama (Mc 4,26-34) nos ofrece
dos pequeños parábolas: la de la semilla que crece sola y la del grano de
mostaza. Ambas nos trasladan al campo. Pero pronto nos revelan las claves
secretas de nuestra vida. De hecho,
abren ante nuestros ojos el camino de la esperanza y sus dos tentaciones
fundamentales.
•
La parábola de la semilla que crece sola es propia y exclusiva del evangelio
según Marcos. Un hombre arroja en tierra la semilla y se va. Hace su vida
ordinaria, durante el día y la noche, pero “la semilla germina y va creciendo
sin que él sepa cómo”. Una denuncia de la tentación de presunción. No tienen razón
los que se atribuyen a sí mismos el fruto de la esperanza. El mensaje por sí
mismo tiene la fuerza que no puede prestarle el mensajero.
• La parábola del grano de mostaza nos presenta una
semilla insignificante, que habrá de crecer hasta convertirse en un árbol, que
un día ofrecerá cobijo a las aves del cielo. Nos ayuda a repensar la diferencia
entre la humildad de los principios y el esplendor final de toda obra buena.
Buena lección para todos los desesperanzados que no se atreven a confiar en el
valor del mensaje ni a mirar con esperanza el futuro que promete.
LA ENSEÑANZA EN PARÁBOLAS
Después de recoger las dos parábolas de Jesús, el
evangelista hace un breve resumen de la enseñanza apostólica de Jesús, que
reduce a muy pocas palabras: “Con muchas parábolas exponía la palabra,
acomodándose a su entender”.
•
Con esta frase tan sencilla, el evangelista parece estar trazando un esquema
pedagógico, válido para creyentes y no creyentes. Pero seguramente trata de
explicar la lentitud con que se está difundiendo en su tiempo el mensaje de
Jesús.
•
En segundo lugar, el evangelista parece recoger una frase que resume el ideal
de la enseñanza de los apóstoles y sus sucesores. La Iglesia entera habrá de
acercarse con sencillez y paciencia, acomodándose al entender de las gentes.
•
Finalmente, el evangelista deja en su texto una enseñanza específica para los
cristianos. Todos han de ver con humildad y esperanza la expansión del
evangelio. Cada uno de ellos ha de sembrar con generosidad el mensaje.
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Señor Jesús, tú sabes que no nos resulta fácil la comunicación de tu evangelio.
Pon en nuestros labios las palabras adecuadas y pon en nuestro corazón el amor
humilde y generoso del que tú mismo nos diste ejemplo. Amén.
José-Román Flecha Andrés