MISERICORDIA Y SABIDURÍA
“El Señor me estableció al
principio de sus tareas, al comienzo de sus obras antiquísimas” (Prov 8,22). Esas palabras del libro bíblico
de los Proverbios se refieren a la Sabiduría de Dios. Personificada, ella canta
sus orígenes y proclama su papel en la creación de los mundos.
En este himno estupendo, la
Sabiduría va evocando las obras admirables que salen de las manos de Dios. Todo ha sido creado con una sabiduría que, en
realidad, se identifica con el amor, la providencia y la misericordia de Dios.
En este poema hay una idea
que nos llama especialmente la atención. No es la Sabiduría la que dirige a
Dios. Ella ha sido también formada por Dios. Es más, ella asiste al comienzo de
los mundos no como una maestra. Estaba junto a Dios “como aprendiz”. Y, al
mismo tiempo, “gozaba con los hijos de los hombres”. La Sabiduría es puente que
nos une a Dios.
ENTREGA Y DONACIÓN
La carta de San Pablo a los
Romanos nos lleva a pensar que ese puente es Jesucristo. Por él estamos unidos
a Dios. Y por medio de él hemos recibido la fe y la esperanza, Pero aún hay
algo más, “porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por
el Espíritu Santo que se nos ha dado” (Rom 5,5).
He ahí que, de pronto, se
abre ante nuestros ojos el misterio de la Trinidad de Dios. El Padre es Dios.
El Hijo es Dios. El Espíritu Santo es Dios. No son tres dioses. Es la maravilla
de la comunidad de Dios. El Dios de la paz, nos hace justos por medio de
Jesucristo y derrama sobre nosotros el amor por medio del Espíritu. La Trinidad
es dinamismo, actividad y entrega.
El evangelio que se proclama
en esta fiesta de la Santísima Trinidad (Jn 16,12-15) nos lleva una vez más al
contexto de la última cena. El mensaje de Jesús nos remite a su origen: “Todo
lo que tiene el Padre es mío”. El Espíritu tomará de lo que pertenece a ambos y
se lo comunicará a los discípulos. La Trinidad se hace donación y enseñanza,
verdad y vida.
LA ÚLTIMA LECCIÓN
Como buen Maestro, Jesús
dice a sus discípulos: “Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis
cargar con ellas por ahora. Cuando venga él, el Espíritu de la Verdad, os
guiará hasta la verdad plena”. ¿Qué nos dicen estas palabras?
• En primer lugar, nos enseñan que aceptar el
mensaje de Jesús requiere una preparación por parte del oyente. El Señor ha
previsto una pedagogía especial para que pueda ser escuchado, aceptado y
vivido.
• En segundo lugar, se nos presenta el Espíritu
de la Verdad. Con eso aprendemos que nuestras verdades no siempre son fáciles
de creer, de proclamar y de vivir. La fe es un don, pero ese don supone una
preparación y exige una respuesta.
• En tercer lugar, se nos
anuncia la posibilidad y la alegría de llegar a la verdad plena. Así descubrimos
que nuestra vida ha de estar marcada por la esperanza. Vamos haciendo camino,
guiados por la luz del Espíritu que nos descubre la sabiduría y la
misericordia de Dios.
- Gloria al Padre, y al Hijo
y al Espíritu santo, ahora y por la eternidad de gloria que nos ha sido
prometida. Amén.
José-Román Flecha Andrés