EL
HAMBRE Y EL PAN
“Dáselos
a la gente para que coman. Porque esto dice el Señor: Comerán y
sobrará”. Así se expresa el profeta Eliseo.
Es importante releer con calma la primera lectura de la misa de este
domingo 17 del Tiempo Ordinario.
El texto contrapone a Eliseo y a su
criado. Mientras éste mira los acontecimientos con ojos de cálculo, el profeta
los mira con los ojos de la fe. En
realidad, los gestos de Eliseo son mucho más importantes que sus palabras. En
este caso, su gesto revela la compasión con la que el hombre de Dios mira a las
gentes que lo siguen.
El profeta Eliseo invita a repartir
entre aquel centenar de personas los veinte panes de cebada que le había traído
un hombre. Al mismo tiempo, su criado se pregunta cómo puede ese pan satisfacer
a tanta gente. Pero el caso es que comieron todos y sobró pan (2 Re 4,42-44).
LA ENTREGA
La figura y el gesto del profeta Eliseo
nos evocan inmediatamente la figura de Jesús que hoy aparece en el evangelio de
Juan (Jn 6, 1-15). El relato del reparto de los panes y los peces y el discurso
posterior de Jesús nos van a acompañar a lo largo de cinco domingos
consecutivos. El texto que hoy se proclama nos presenta algunos rasgos
notables:
• Las gentes siguen a Jesús porque han
visto los signos que hace con los enfermos. Pero no han descubierto todavía el
gran signo de Jesús. Está cerca la Pascua. Así que la entrega de los panes y
los peces anticipa la entrega pascual de Jesús.
• La preocupación por las necesidades de
las gentes que le siguen no parte de los discípulos, sino del mismo Jesús. Sin
embargo, Jesús requiere la colaboración de sus discípulos. Y aprovecha la
generosidad de un muchacho que ofrece lo poco que tiene.
• La oración de acción de gracias de
Jesús nos remite a la eucaristía, en la que celebramos la “gratuidad” del don
de Dios a los hombres. Y evoca también nuestra oración de “gratitud” antes y
después de las comidas, con la que reconocemos a Dios como Señor de la vida.
LA COMPASIÓN
El reparto de los panes y los peces se
encuentra en los cuatro evangelios. El texto que hoy se proclama se cierra con
dos frases que recogen el sentir de
Jesús y el de la multitud.
• “Recoged los pedazos que han sobrado;
que nada se desperdicie”. Importa que no se pierdan los restos del pan. Pero
más importa que la comunidad aprenda a compartir los bienes con los hambrientos
de pan y de sentido. En nuestros días, el papa Francisco denuncia
constantemente la falsa cultura del desperdicio y del descarte.
• “Este sí que es el Profeta que tenía
que venir al mundo”. Por las palabras de Jesús, ya la Samaritana lo había
reconocido como un profeta. Ahora, son la compasión y las obras de Jesús las
que lo revelan ante la multitud como el profeta esperado desde siempre.
- Señor Jesús, al igual que la multitud,
te reconocemos como rey. Pero tu retirada a la montaña nos dice que tu realeza
no se apoya en el fácil recurso de satisfacer nuestras necesidades inmediatas o
nuestros gustos pasajeros. Tu realeza se manifiesta en tu entrega por nosotros.
Bendito seas por siempre, Señor.
José-Román Flecha Andrés