Sábado
IV
Hch 13,44-52
Jn 14,7-14 MAYO 2 En aquel tiempo dijo
Jesús: “Si me conocéis, también conoceréis a mi Padre; y desde ahora ya le
conocéis y le estáis viendo”. Felipe le dijo entonces: “Señor, déjanos ver al
Padre y con eso nos basta”. Jesús le contestó: “Felipe, ¿tanto tiempo hace que
estoy con vosotros y todavía no me conoces? El que me ve a mí ve al Padre: ¿por
qué me pides que os deje ver al Padre? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el
Padre en mí? Las cosas que yo os digo no las digo por mi propia cuenta. El
Padre, que vive en mí, es el que hace su propia obra. Creedme que yo estoy en
el Padre y el Padre en mí; si no, creed al menos por las propias obras. Os
aseguro que el que cree en mí hará también las obras que yo hago; y hará otras
todavía más grandes, porque yo voy al Padre. Y todo lo que pidáis en mi nombre
yo lo haré, para que por el Hijo se manifieste la gloria del Padre. Yo haré
cualquier cosa que me pidáis en mi nombre”.
Preparación: En la encíclica Lumen
fidei, o sea La luz de la fe, el Papa Francisco ha escrito que “la Iglesia nunca
presupone la fe como algo descontado, sino que sabe que este don de Dios ha de
ser alimentado y robustecido para que siga guiando su camino” (LF 6).
Lectura: En la primera lectura resuenan los insultos que Pablo y Bernabé
reciben de los judíos en Antioquia de Pisidia. Esto los lleva a dedicarse a los
paganos. A pesar de la persecución, “los discípulos quedaron llenos de alegría
y de Espíritu Santo”. Los discípulos aparecen también en el evangelio, en el
marco de la última cena de Jesús. A una petición de Felipe, Jesús responde con
unas preguntas y unas declaraciones que fomentan el proceso de la fe: “Creedme
que yo estoy en el Padre y el Padre en mí; si no, creed al menos por las
propias obras”. Al revelarnos el misterio de su unión con el Padre celestial,
Jesús nos invita a entrar en esa comunión entre el Padre y el Hijo.
Meditación:
• "Quien me ha visto a mí, ha visto al
Padre", dijo Jesús a Felipe. Durante la Jornada Mundial de la Juventud
celebrada en Colonia, Benedicto XVI comentó así estas palabras: “En Jesucristo, que por nosotros permitió que
su corazón fuera traspasado, se ha manifestado el verdadero rostro de
Dios. Lo seguiremos junto con la muchedumbre de los que nos han precedido. Entonces
iremos por el camino justo”. • “Todo lo que pidáis en mi nombre yo lo haré,
para que por el Hijo se manifieste la gloria del Padre”. En el nombre de Jesús
pedimos un mayor conocimiento del Padre y de la unión que Jesús mantiene con
él. La respuesta a nuestras peticiones no ha de redundar en nuestra
satisfacción sino en la gloria del Padre.
Oración: Señor Jesús, tú nos has enseñando a dirigirnos a Dios como a un Padre
lleno de bondad. Al conocer tu unión con él, te suplicamos que nos enseñes
también a vivir y a comportarnos con un verdadero espíritu filial. Amén.
Contemplación: Escuchamos la petición de Felipe: “Señor, déjanos ver al Padre y con
eso nos basta”. Y contemplamos la extrañeza de Jesús. Con sus tres preguntas
revela su asombro ante la lentitud de sus discípulos para percibir el mensaje
que ha tratado de transmitirles: “Felipe, ¿tanto tiempo hace que estoy con
vosotros y todavía no me conoces? El que me ve a mí ve al Padre: ¿por qué me
pides que os deje ver al Padre? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre
en mí?” Jesús ha vivido siempre de cara al Padre. Su palabra y sus gestos han
revelado el amor y la acción del Padre. Y también la unión existente entre el Padre celestial y su
hijo amado.
Acción: Preguntarnos con qué espíritu repetimos cada día la oración del “Padre
nuestro”.
José-Román Flecha Andrés