Hch
5,34-42
Jn
6,1-15
ABRIL 17
En
aquel tiempo, Jesús se fue a la otra orilla del lago de Galilea (también
llamado de Tiberias). Mucha gente le seguía porque había visto las señales
milagrosas que hacía sanando a los enfermos. Jesús subió a un monte y se sentó
con sus discípulos. Ya estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Al
levantar la vista y ver la mucha gente que le seguía, Jesús dijo a Felipe:
“¿Dónde vamos a comprar comida para toda esta gente?”. Pero lo dijo por ver qué
contestaría Felipe, porque Jesús mismo sabía bien lo que había de hacer. Felipe
le respondió: “Ni siquiera doscientos denarios de pan bastarían para que cada
uno recibiese un poco”. Entonces otro de sus discípulos, Andrés, el hermano de
Simón Pedro, le dijo: “Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada y dos
peces, pero ¿qué es esto para tanta gente?”. Jesús respondió: “Haced que todos
se sienten”. Había mucha hierba en aquel lugar, y se sentaron. Eran unos cinco
mil hombres. Jesús tomó en sus manos los panes, y después de dar gracias a Dios
los repartió entre los que estaban sentados. Hizo lo mismo con los peces,
dándoles todo lo que querían. Cuando estuvieron satisfechos, Jesús dijo a sus
discípulos: “Recoged los trozos sobrantes, para que no se desperdicie nada”.
Ellos los recogieron, y llenaron doce canastas con los trozos que habían
sobrado de los cinco panes de cebada. La gente, al ver esta señal milagrosa hecha
por Jesús, decía: “Verdaderamente éste es el profeta que había de venir al
mundo”. Pero como Jesús se dio cuenta de que querían llevárselo a la fuerza
para hacerle rey, se retiró otra vez a lo alto del monte, para estar solo.
Preparación: El tiempo pascual es un tiempo
sacramental. Hemos celebrado con alegría el bautismo de los nuevos hermanos en
la fe. En muchos lugares se celebra la primera comunión y se administra el
sacramento de la confirmación. La liturgia de hoy nos recuerda el sacramento de
la eucaristía. Es un buen momento para
preguntarnos cómo lo celebramos y cómo lo llevamos a la vida concreta de cada
día.
Lectura: En la primera lectura nos llama la
atención que el fariseo Gamaliel se levante en el Sanedrín para defender a los
apóstoles de Jesús y pedir que los dejen en libertad. Su criterio es
importante: Si la idea y la actividad de Pedro y Juan son cosa de hombres, los
discípulos de Jesús terminarán por dispersarse. Pero si acción viene de Dios,
nadie podrá dispersarlos. En el relato de la multiplicación de los panes y los
peces, que se proclama hoy en el evangelio de la misa, merece recordarse la exclamación final de las gentes: “Éste sí
que es el profeta que tenía que venir al mundo”. Jesús es un profeta que hace
visible y palpable la misericordia de Dios.
Meditación: El relato de la multiplicación de
los panes y los peces denuncia nuestra pasividad y nuestra dificultad para
fundar estructuras eficientes y respetuosas. Contemplamos a Jesús, preocupado
por las necesidades de las gentes que le siguen: “¿Dónde vamos a comprar comida
para toda esta gente?” A la compasión de Jesús se une la generosidad de un
muchacho que ofrece cinco panes de cebada y dos peces para ponerlos al servicio
de la multitud. De esta forma, el relato del evangelio une la compasión de Jesús y el
desprendimiento de un joven. Pedimos al Señor que nos haga estar solícitos de
las necesidades de nuestros hermanos.
Oración: Señor Jesús, sabemos que también
ahora te compadeces de las gentes. Te damos gracias por tu atención. Y te
pedimos que nos hagas sensibles a las necesidades de nuestros hermanos. Amén.
Contemplación: Hoy es necesario recordar y
contemplar la atención que le merecen a Jesús las multitudes que lo siguen.
Jesús no es un guía lejano y despreocupado, que sólo se acerca a los suyos en
las vísperas de las elecciones políticas. Jesús vive cerca de las gentes. Por
ellas ha venido a este mundo. Es un hombre con los hombres y para los hombres.
Como diría el Papa Francisco, Jesús “huele a oveja”. Su ejemplo de atención, de
sensibilidad y de cercanía a las gentes nos estimula y compromete.
Acción: Tratar de adivinar qué necesidades
y carencias afectan a las personas que nos son más cercanas y procurar
aliviarlas en lo posible.
José-Román Flecha Andrés