“¡Oh
Señor mío, cómo sois Vos el amigo verdadero; y como poderoso, cuando queréis
podéis, y nunca dejáis de querer si os quieren! ¡Alaben os todas las cosas,
Señor del mundo! ¡Oh, quién diese voces por él, para decir cuán fiel sois a
vuestros amigos! Todas las cosas faltan; Vos Señor de todas ellas, nunca
faltáis. Poco es lo que dejáis padecer a
quien os ama. ¡Oh Señor mío!, ¡qué delicada y pulida y sabrosamente los sabéis
tratar! ¡Quién nunca se hubiera detenido en amar a nadie sino a Vos!”
Santa Teresa de Jesús, Vida 25,17
1ª ESTACIÓN: JESÚS ES
CONDENADO A MORIR
“Tú lo dices: Yo soy Rey. Para esto he
nacido yo y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad.
Todo el que es de la verdad, escucha mi voz” (Jn 18,37). Así responde Jesús
cuando Pilato le pregunta si es Rey. Se refleja en estas palabras una doble
fidelidad: la de Jesús a su propia vocación y a la misión de ser testigo de la
verdad . Y la fidelidad de los discípulos, llamados a escuchar su voz y a vivir
de su verdad.
–
Jesús Maestro, enséñanos a ser fieles cada día a la voluntad de nuestro Padre celestial
–
Jesús Hermano, ayúdanos a aceptar y anunciar entre nuestros hermanos la Palabra de Dios.
– Jesús Señor, que la fidelidad a la
voluntad de Dios nos ayude a encontrar un sentido a nuestra vida.
2ª ESTACIÓN: JESÚS CARGA CON LA CRUZ
Jesús había dicho a las gentes y a sus
discípulos: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su
cruz y sígame”. Así lo recoge el evangelio de Marcos (Mc 8,34). Evidentemente,
no todos los discípulos fueron fieles a esa invitación de Jesús. El mismo
evangelio de Marcos cuenta que, en el momento del prendimiento de Jesús,
“abandonándole, huyeron todos”. Se ve que no estaban dispuestos a cargar la
cruz como Jesús.
– Jesús Maestro, enséñanos tú que seguirte
con la cruz no disminuye la grandeza de nuestra libertad.
– Jesús Hermano, apoya tú a todos tus
discípulos para que no te abandonen en las horas de dificultad.
– Jesús Señor, ilumina tú con el resplandor
de tu propia cruz el aparente sinsentido de nuestras cruces.
3ª ESTACIÓN: JESÚS CAE POR
PRIMERA VEZ
El relato de las tentaciones de Jesús en el
desierto puede ser considerado como el elogio de su fidelidad. El tentador comenzó
sugiriéndole que convirtiera las piedras en panes (Mt 4,3-4). En realidad se trataba
de utilizar su pretendido poder divino para evitarse el esfuerzo de ser humano
con todas las consecuencias. Jesús rechazó esa prueba y mostró su fidelidad a
la Palabra de Dios. Con ello nos advierte ante elriesgo de caer en esa tentación
de la pereza y de la magia.
–
Jesús Maestro, tú que has sufrido la tentación, enséñanos a descubrir la
riqueza de la Palabra de Dios.
–
Jesús Hermano, tú que conoces la debilidad de nuestra voluntad, no nos dejes caer
en la tentación.
–
Jesús Señor, tú que eres el reflejo de la misericordia de Dios, perdona
nuestras caídas en la pereza.
4ª ESTACIÓN: JESÚS ENCUENTRA A SU MADRE
En la Anunciación, María escuchó con
atención la palabra del ángel y aceptó con sinceridad su mensaje. «Hágase en mí
según tu palabra» (Lc 1,38). Esa aceptación la comprometería de por vida. De
esa palabra hecha carne había vivido siempre. Aunque los discípulos han
abandonado a su Maestro, María no puede abandonar al que es la Palabra de Dios.
María refleja la fidelidad del buen discípulo del Señor.
– Jesús Maestro, enséñanos a aceptar con
fidelidad, como tu Madre, la Palabra de Dios.
– Jesús Hermano, danos la fuerza necesaria
para vencer nuestros miedos y salir siempre a tu encuentro.
– Jesús Señor, ayúdanos a vivir la
fidelidad del buen discípulo, de la que nos da ejemplo tu Madre.
5ª ESTACIÓN: JESÚS ES AYUDADO POR SIMÓN DE CIRENE
Jesús nos prometió que estará con nosotros
todos los días hasta el fin del mundo (Mt 28,20). En los momentos más difíciles
de nuestra existencia, Él es fiel a sus promesas y permanece junto a nosotros.
Hemos de preguntarnos con sinceridad si nosotros estamos dispuestos a estar con
él. Fidelidad con fidelidad se paga. Simón de Cirene representa el misterio de
un hijo de hombre que ayuda al Hijo de Dios (Mc 15,21). Al ayudar a los hermanos,
también nosotros somos fieles a nuestra misión.
– Jesús Maestro, enséñanos esa fidelidad
que nos ha de llevar a estar siempre a tu lado y al lado de nuestros hermanos.
– Jesús Hermano, socorre tú a los que ya no
se sienten con fuerzas para cargar con la cruz de cada día.
– Jesús Señor, en los momentos de
dificultad, envíanos a un hermano que se compadezca de nuestra debilidad.
6ª ESTACIÓN: JESÚS DEJA SU IMAGEN EN UN LIENZO
Jesús es palabra e icono de Dios. La
Palabra eterna de Dios hecha carne es también la imagen visible del Dios invisible
(Col 1,15). En Jesús hemos conocido a Dios. Pero Él es también la imagen más
perfecta del hombre. En Jesús hemos conocido lo que significa y exige ser persona.
En sus hermanos, que son los nuestros, podemos descubrir su rostro cada día.
– Jesús Maestro, enséñanos a descubrir la
imagen que has dejado grabada en todos nuestros hermanos.
– Jesús Hermano, tú sabes que deseamos
enjugar tus lágrimas, viviendo con fidelidad tu mensaje de salvación.
– Jesús Señor, reaviva en nosotros, por
medio de la fe y de los sacramentos, la humanidad de tu imagen.
7ª ESTACIÓN: JESÚS CAE POR
SEGUNDA VEZ
El tentador colocó a Jesús en el alero del
templo para comprobar si de verdad era Dios (Mt 4,5-7). Le pidió que se
arrojase al vacío, puesto que los ángeles lo recogerían en sus manos como
afirmaba el salmo (Sal 91,11-12). Por segunda vez Jesús nos mostró su fidelidad
a la misión. No pretendía utilizar a Dios para ganarse honores y prestigio humano.
Esa es con frecuencia la tentación que a nosotros nos hace caer.
– Jesús Maestro, enséñanos a superar la
tentación de orgullo que nos hace creernos superiores a los demás
– Jesús Hermano, ayúdanos a mantenernos con
fidelidad a la escucha de la voluntad de Dios.
– Jesús Señor, perdona ese pecado de
presunción que nos lleva a pretender utilizar a Dios y ponerlo a nuestro
servicio.
8ª ESTACIÓN: JESÚS CONSUELA A LAS MUJERES
En el momento del arresto de Jesús en
Getsemaní, los discípulos abandonaron a su Maestro y huyeron (Mc 14,50).
Algunas mujeres lo siguieron hasta la muerte. Ellas representan la imagen de un
discipulado coherente. Ahora son también las mujeres las que lamentan la
condena de Jesús. La encarnación del Verbo de Dios nos exige superar toda
discriminación. Ante Dios no hay hombre ni mujer. Unos y otras han de aceptar la
palabra de Dios, que consuela y reprende.
– Jesús Maestro, enséñanos el valor de la
virtud de la coherencia para mantenernos siempre a tu lado.
–
Jesús Hermano, ayúdanos a superar nuestra cobardía, que nos impide dar testimonio de tu evangelio.
–
Jesús Señor, danos un corazón generoso, capaz de vivir en la misericordia y en
la fidelidad.
9ª ESTACIÓN: JESÚS CAE POR TERCERA VEZ
En la tercera tentación, el diablo ofrece a
Jesús todos los bienes y poderes de la tierra a condición de que se postre ante
él y lo adore. (Mt 4,8-10). El tentador descarta ya la divinidad de Jesús y
está convencido de su humanidad. Ahora es él quien pretende ocupar el puesto de
Dios. Pero de nuevo Jesús nos da pruebas de su fidelidad a la majestad de Dios
y a la verdadera dignidad del hombre. Una dignidad que perdemos cuando adoramos
a las cosas en lugar de adorar a Dios. Esa es nuestra tercera caída.
– Jesús Maestro, enséñanos a vivir esa
fidelidad a Dios que es camino para encontrar nuestra propia dignidad.
– Jesús Hermano, ten compasión de esa
absurda ambición que nos sugiere el deseo de dominar al mundo entero.
– Jesús Señor, perdona tú el pecado de esa
ridícula idolatría que nos lleva a adorar los bienes del Señor olvidando al
Señor de todo bien.
10ª ESTACIÓN: JESÚS ES
DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS
Al principio del evangelio de Juan se dice
que la Palabra «vino a los suyos, pero los suyos no la recibieron» (Jn 1,11). Jesús
nació en nuestra tierra, pero no fuimos fieles al deber sagrado de la
hospitalidad. El que era rico se hizo pobre por nosotros. El era la Palabra de
Dios, pero nosotros lo ignoramos y lo redujimos al silencio. Nos vistió de la
gloria celeste, pero nosotros lo desnudamos de las vestiduras terrenas. Nuestra
infidelidad sólo es comparable a nuestra ingratitud.
– Jesús Maestro, enséñanos la virtud
sagrada de la hospitalidad, para acogerte como tú eres.
– Jesús Hermano, te agradecemos una vez más
que hayas abrazado nuestra pobreza para hacernos ricos ante Dios.
– Jesús Señor, perdona que no hayamos sido
fieles a la vestidura, con la que tú nos has cubierto de tu gloria.
11ª ESTACIÓN: JESÚS ES CLAVADO EN LA CRUZ
La noche en que Nicodemo fue a hablar con
Jesús, aprendió al menos que el Maestro sería algún día elevado sobre una cruz
y que atraería hacia sí las miradas de todos (Jn 3,14-15).Y así sucedió en
realidad (Jn 19,37). Volver los ojos hacia el crucificado habría de ser para siempre
una señal de la fidelidad de los cristianos a su Señor. No podemos ignorar la entrega
de nuestro Salvador. Ni podemos permitir que sus hermanos sean hoy crucificados
en tantos lugares del mundo.
– Jesús Maestro, enséñanos a reconocer la
grandeza de los que se han mantenido fieles a tu evangelio hasta la muerte.
– Jesús Hermano, aumenta en nosotros la
virtud de la fidelidad para que nunca lleguemos a avergonzarnos de tu cruz
–
Jesús Señor, no permitas que sigamos clavando a nuestros hermanos en las cruces de nuestra injusticia.
12ª ESTACIÓN: JESÚS MUERE EN LA CRUZ
Jesús había anunciado a sus discípulos que
los ancianos, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley le harían sufrir
mucho, que lo matarían, pero que al tercer día resucitaría. Pedro no estaba
dispuesto a aceptar aquel fracaso (Mt16,13-23). Pero Jesús fue fiel a aquel
propósito, mientras sus discípulos olvidaban sus promesas de fidelidad. El
Maestro fue fiel a la voluntad de Dios. Y fue fiel a sus hermanos, por los que
se entregaba a la muerte temporal para librarlos de la muerte eterna. Pero tal
fidelidad revelaba, al mismo tiempo, la fidelidad de Dios y había de suscitar
la nuestra.
– Jesús Maestro, enséñanos a reconocerte
como el Mesías que Dios nos envía para nuestra
salvación.
– Jesús Hermano, nosotros valoramos y
admiramos la fidelidad con la que aceptaste la voluntad del Padre hasta el
final.
– Jesús Señor, tu fidelidad es y será un
motivo para mantenernos en el camino de la fe, de la esperanza y de la caridad.
13ª ESTACIÓN: JESÚS ES
RECOGIDO POR SU MADRE
En las letanías invocamos a María, llamándola
“Virgen fiel”. El día de la presentación de Jesús en el templo, Simeón le había
anunciado que una espada atravesaría su corazón. Sin embargo, ella no se alejó
de su Hijo en el momento cul-minante de su entrega. Su fidelidad al Salvador es
una lección y un desafío para toda la Iglesia y para todos sus hijos. Ella, que
acogió a Jesús en su regazo, nos enseña hoy a acogerlo en los pobres y
humillados de la tierra.
–
Jesús Maestro, enséñanos el valor de toda vida humana, con independencia de sus
condiciones.
–
Jesús Hermano, te agradecemos la fidelidad de tu Madre, que es Madre de la
Iglesia y modelo para toda la humanidad.
–
Jesús Señor, ayúdanos a mantenernos fieles a tu llamada para anunciar con
decisión el Reino de Dios.
14ª ESTACIÓN: JESÚS ES COLOCADO
EN UN SEPULCRO
La sepultura de Jesús es recordada en los
evangelios como la prueba de su muerte. Jesús asumió plenamente la naturaleza
humana. Vivió como uno de nosotros y murió como todos nosotros. Pero su muerte
fue una sementera de vida y de esperanza. Jesús se había comparado con el grano
de trigo que es sembrado en la tierra. La fidelidad a su misión es la prenda de
su fecundidad y del fruto nuevo que esperamos (Jn 12,24). Su cruz es el camino
para la luz y para la vida. Jesús nunca deja de querer a quien le quiere. La
muerte no puede retenerlo para siempre. Y la muerte no será nuestro destino final.
–
Jesús Maestro, enséñanos que sólo la fidelidad a tu Evangelio puede producir
los frutos que esperamos.
–
Jesús Hermano, acompaña tú con tu gracia a todos los que te buscan con sincero
corazón.
–
Jesús Señor, Palabra eterna de Dios, que has muerto y vives para siempre, gloria
a ti por los siglos de los siglos. Amén.
ORACIÓN
Oh Dios, que, para librarnos del poder del enemigo, quisiste que tu Hijo muriera en la cruz, concédenos alcanzar la gracia de su resurrección. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor. Amén
Oración colecta. Viernes de la segunda semana de Pascua.
José-Román Flecha Andrés
ORACIÓN
Oh Dios, que, para librarnos del poder del enemigo, quisiste que tu Hijo muriera en la cruz, concédenos alcanzar la gracia de su resurrección. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor. Amén
Oración colecta. Viernes de la segunda semana de Pascua.
José-Román Flecha Andrés