sábado, 27 de diciembre de 2014

LECTIO DIVINA-DOMINGO SAGRADA FAMILIA. B


Domingo
Sagrada Familia

Eclo 3,2-6.12-14: “El que teme al Señor honra a sus padres”
Col 3,12-21: “Tened paciencia unos con otros y perdonaos”
Lc 2,22-40: “Y el niño crecía y se hacía más fuerte y más sabio, y gozaba del favor de Dios”

 Cuando se cumplieron los días (…), llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor (…) En aquel tiempo vivía en Jerusalén un hombre llamado Simeón (…) El Espíritu Santo estaba con él y le habia hecho saber que no moriría sin ver antes al Mesías (…) Simeón fue al templo. Y cuando los padres del niño entraban (…), Simeón lo tomó en brazos y alabó a Dios diciendo: “Ahora, Señor, tu promesa está cumplida: ya puedes dejar que tu siervo muera en paz. Porque he visto la salvación que has comenzado a realizar ante los ojos de todas las naciones, la luz que alumbrará a los paganos y que será la honra de tu pueblo Israel”. El padre y la madre estaban admirados de lo que Simeón decía acerca del niño (…) Cuando ya habían cumplido con la ley del Señor, regresaron a (…) Nazaret. Y el niño crecía y se hacía más fuerte y más sabio, y gozaba del favor de Dios.

DICIEMBRE 28

Preparación: Se repite con frecuencia que la familia humana es la célula primaria de la sociedad. Es la fuente de la vida y la primera escuela de valores morales. Para muchos de nosotros, la familia ha sido la “iglesia doméstica”, en la que hemos aprendido, celebrado y vivido la fe. Demos gracias a Dios por el don de nuestras familias y pidamos que las familias de hoy descubran los ideales de paz y de fe que refleja la palabra de Dios.

Lectura: En el libro del Eclesiástico y en la carta a los Colosenses se recogen algunos consejos relativos a la vida en familia. Consejos antiguos y siempre actuales para hacer posible una sana convivencia humana. El evangelio nos dice que en la persona de Jesús de Nazaret, Dios ha entrado en este mundo. Y ha entrado precisamente por el cauce de una familia humana muy concreta. También la familia de José, María y Jesús cumple lo prescrito por la ley de Moisés. Pero el Espíritu de Dios interviene para señalar un nuevo camino a su fe.   En el seno de su familia, Jesús crece en edad y en sabiduría, pero vive en sintonía con la voluntad de Dios.  

Meditación: La escena de la presentación de Jesús en el Templo nos sitúa en un doble plano.  Su familia cumnple la ley de Moisés. Pero Simeón es guiado por el Espíritu Santo.  Ahí la nueva alianza empieza a sustituir a la antigua. Así que la llegada de Jesús divide la historia. Simeón es presentado como un profeta que descubre al Mesías bajo la apariencia de un niño normal como todos los que llegan al templo.  Por último, se nos dice que Jesús vive en una familia muy humana, pero creyente. Crece como los demás adolescentes, va adquiriendo conocimientos y, sobre todo, una sintonía con el querer de Dios.    

Oración: “Dios, Padre nuestro, que has propuesto la Sagrada Familia como ejemplo a los ojos de tu pueblo, concédenos que, imitando sus virtudes domésticas y unidos por los lazos del amor, lleguemos a gozar de los premios eternos en el hogar del cielo”. Amén.

Contemplación: El 5 de enero de 1964, el papa Pablo VI visitaba la basílica de la Anunciación, en Nazaret. Allí nos exhortaba a contemplar la Familia de Jesús, María y José. Y a recoger algunos fragmentos de la lección de Nazaret. Una lección de silencio que nos enseñe el recogimiento, la interioridad y la capacidad para escuchar para iniciarnos en “la oración que solo por Dios es vista en el secreto” . Una lección de vida doméstica que nos enseñe el carácter sagrado e inviolable de la familia. Y una lección de trabajo que nos ayude a “comprender y celebrar la ley severa y redentora de la fatiga humana”.


Acción: Damos gracias por nuestras familias. Pero hemos de estar dispuestos a modificar las “estructuras de pecado” que dañan la vida familia, que la hacen a veces inhumana y la apartan de los valores e ideal del evangelio.
                                                                                     José-Román Flecha Andrés 

viernes, 26 de diciembre de 2014

LECTIO DIVINA- SAN JUAN EVANGELISTA


1Jn 1,1-4: “Os anunciamos lo que hemos visto y oído”
Jn 20, 2-8: “Vio lo que había pasado y creyó”

DICIEMBRE 27

El primer día de la semana María Magdalena corrió a donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, aquel a quien Jesús quería mucho, y les dijo: “¡Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto!”. Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. Los dos iban corriendo juntos, pero el otro corrió más que Pedro y llegó primero al sepulcro. Se agachó a mirar y vio allí las vendas, pero no entró. Detrás de él llegó Simón Pedro, que entró en el sepulcro. Él también vio allí las vendas, y vio además que la tela que había servido para envolver la cabeza de Jesús no estaba junto a las vendas, sino enrollada y puesta aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio lo que había pasado y creyó.

Preparación: Se dice con frecuencia que en el Antiguo Testamento tienen una gran importancia los verbos “oír” y “escuchar”. La palabra de Dios es lámpara para los pies del caminante (Sal 119,105). En cambio, en el Nuevo Testamento, se repiten con frecuencia los verbos “ver” y “tocar”. La presencia de Dios se ha hecho visible y palpable en Jesucristo. La oración de hoy nos introduce en este nuevo modo de cercanía y de relación.

Lectura: Durante el tiempo de Adviento la lectura del libro de Isaías ha venido acompasando el ritmo de nuestra esperanza. En este tiempo de Navidad, la primera carta de Juan nos ayuda a reflexionar sobre el significado de la manifestación de la palabra de Dios en nuestra propia carne. La palabra de Dios ha sido vista y tocada. El evangelio que hoy se proclama nos sitúa en el primer día de la semana, tras la muerte de Jesús. Pedro y el discípulo amado llegan al sepulcro y lo encuentran vacío. Por cuatro veces se repite que “vieron” las vendas que habían envuelto el cuerpo del Señor. El discípulo amado “vio lo que había pasado y creyó”.

Meditación: En este tiempo han sido publicadas muchas novelas sobre María Magdalena. La fantasía y el sentimentalismo pueden producir muchas ganancias. Ahora bien, lo que sabemos de ella es poco, pero muy importante. Debió de ser curada por Jesús. Le siguió en el discipulado. Estuvo junto a su cruz. Descubrió a su “Maestro” junto al sepulcro vació. Y anunció esta buena noticia a los apóstoles. En Maria Magdalena descubrimos la misión de cada discípulo del Señor y de toda la Iglesia. Ella es mensajera de la esperanzaante los discípulos.  Los creyentes de hoy nos apoyamos en la fe del discípulo amado por Jesús, que, en la alborada del primer día de una nueva era, “vió y creyó”.

Oración: Señor Jesús, al celebrar la fiesta de San Juan Evangelista, te damos gracias por haberte revelado a tus seguidores. Y humildemente te pedimos el don de la fe. Amén.

Contemplación: En una peregrinación virtual nos acercamos al sepulcro de Jesús en Jerusalén. Hacemos silencio en nuestro corazón para contemplar el misterio de su resurrección. El Señor está vivo y camina a nuestro lado. Nos precede a Galilea, como dijo a Magdalena. Al igual que el discípulo amado, también nosotros creemos en el que vive para siempre. Jesús nació en Belén de Juan “por nosotros y por nuestra salvación”. Ahora, resucitado de entre los muertos, nos envía a anunciar su mensaje de salvación .


Acción: Hoy releemos con atención el evangelio y damos gracias al Señor porque con su muerte y resurrección nos ha rescatado de la muerte y nos ha dado nueva vida.

                                                                                 José-Román Flecha Andrés

jueves, 25 de diciembre de 2014

LECTIO DIVINA- SAN ESTEBAN , EL PRIMER MÁRTIR


Hch 6,8-10; 7,54-60: “Lleno de Espíritu Santo, Esteban vio la gloria de Dios”
Mt 10,17-22: “El Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros”

DICIEMBRE 26

En aquel tiempo dijo Jesús: Tened cuidado, porque os entregarán a las autoridades, os golpearán en las sinagogas y hasta os conducirán ante gobernadores y reyes por causa mía; así podréis dar testimonio de mí ante ellos y ante los paganos. Pero cuando os entreguen a las autoridades, no os preocupéis por lo que habéis de decir o por cómo decirlo, porque en aquel momento os dará Dios las palabras. No seréis vosotros quienes habléis, sino que el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros. Los hermanos entregarán a la muerte a sus hermanos, y los padres a sus hijos; y los hijos se levantarán contra sus padres y los matarán. Todo el mundo os odiará por causa mía, pero el que permanezca firme hasta el fin, será salvo”.

Preparación: Inmediatamente después de la celebración del Nacimiento del Señor, la liturgia se viste del rojo de la sangre. La palabra “mártir”, significa “testigo”. Esteban es el primer mártir cristiano. Hoy viene a recordarnos que creer en el Mesías Jesús exige una fidelidad que puede ser muy costosa. Al hacer memoria de San Esteban, recordamos también a una larga serie de mártires que llega hasta nuestros días.

Lectura: El libro de los Hechos de los Apóstoles nos narra las dificultades y suspicacias que surgen muy pronto en la comunidad de los discípulos del Señor. Los hermanos procedentes de la cultura griega se ven postergados con frecuencia. Los apóstoles deciden elegir a siete hermanos para que se ocupen del servicio de la caridad. Pero el Espíritu Santo enriquece a Esteban con otros dones, como el del anuncio de la vida y el misterio de Jesús. El Espíritu de Dios habla por su boca. Bien pronto da su vida por Jesús. Y la entrega con los mismos gestos con los que Jesús entregó la suya.

Meditación: Jesús decía queNo se esconde una lámpara bajo una medida de trigo o bajo una vasija”.  La luz del evangelio no puede permanecer escondida. El Señor Jesús envió a sus discípulos a anunciar su mensaje y su salvación. Pero la tarea no quedaba reservada a los apóstoles. Todos los creyentes estamos llamados a reproducir de alguna manera el camino de  Esteban. Somos conscientes de las necesidades de nuestros hermanos. Aceptamos la misión que nos confía la Iglesia. Anunciamos la palabra del Evangelio. Servimos a los hermanos en la caridad. Damos testimonio de Cristo con la vida de cada día. Hacemos nuestra su oración. Y estamos dispuestos a entregar la vida por él y como él.

Oración: Señor Jesús, te damos gracias por el sacrificio de Esteban, el primero de los mártires. Concédenos el don de tu Espíritu para que, como él, sirvamos a nuestros hermanos y aprendamos a depositar toda nuestra vida en tus manos. Amén.

Contemplación: En una de las puertas de bronce, realizadas por el escultor Subirachs para el Santuario-Basílica de la Virgen del Camino, en León, hay una imagen llena de significado. Mientras Esteban es apedreado a las afueras de Jerusalén, un rayo de lo alto pasa a través de él y va a terminar en Saulo, derribado por el Señor en el camino de Damasco. No sólo contemplamos la escena escultórica. Hoy contemplamos el sacrificio de los mártires. Y, de todo corazón, damos gracias a Dios por la misteriosa fecundidad de su entrega.


Acción: En la eucaristía recordamos ante el Señor a los que nos han precedido en el signo de la fe. No podemos olvidar el sacrificio de los mártires. Será oportuno releer la historia de alguno de los mártires más recientes.
                                                         José-Román Flecha Andrés

FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA B

REFLEXIÓN-FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA. B 28 de diciembre 2014


LA FAMILIA Y LA GRACIA
“El que honra a su padre expía sus pecados, el que respeta a su madre acumula tesoros”. No deberíamos dejar de leer el texto del libro bíblico del Sirácida, que se proclama en la primera lectura de la celebración eucarística de hoy  (Eclo 3, 2-6.12-14). En una primera parte contiene reflexiones como estas,  llenas de sabiduría. 
Despues, las reflexiones se convierten en consejos, que siguen teniendo valor en una sociedad en la que los hijos desprecian la sabiduría de los padres, calificándola de anticuada: “Hijo mío, sé constante en honrar a tu padre; no lo abandones mientras viva. Aunque flaquee su mente, ten indulgencia. No lo abochornes mientras seas fuerte”.
Como si conociera el sentido de culpa que afecta siempre a todos los que han despreciado o abandonado a sus padres, el autor termina formulando una promesa no exenta de poesía: “La piedad para con el padre no se olvidará..., el día del peligro Dios se acordará de ti y deshará tus pecados como el calor deshace la escarcha”. 

DOS PROFETAS

En el evangelio que se proclama en esta fiesta de la Sagrada Familia (Lc 12, 22-40) se recuerda la purificación de María y la presentación de Jesús en el templo. Lo primero que llama la atención es la triple alusión a la Ley de Moisés. Aquella familia de Nazaret cumple con fidelidad lo prescrito a su pueblo: presentar su hijo al Señor, de quien lo ha recibido. 
Es verdad que inmediatamente se alude por otras tres veces al Espíritu Santo. Moraba en Simeón, le había prometido que no moriría sin ver al Mesías del Señor y, llegado el momento, lo guió oportunamente hasta el templo. Así pues, la llegada de Jesús es como el gozne sobre el cual giran las dos alianzas: una centrada en la Ley y la otra movida por el Espíritu.
Simeón y Ana son dos profetas. Representan la piedad de los creyentes. Viven de cara a Dios y prestan atención a sus señales. Reconocen al Mesías en un niño que no lleva señales de su dignidad. Dan gracias a Dios por Él y anuncian su presencia a quien les puede escuchar. De paso, la familia de Jesús es “evangelizada” por ellos.

 Y TRES PLANOS

Pero el evangelio de hoy no se detiene ahí. Nos dice que, después de cumplir lo prescrito por la Ley del Señor, la familia regresa a Nazaret. Del ámbito sagrado pasan con normalidad al ámbito “profano” de la vida diaria. Dan gracias a Dios por la vida y tratan de vivirla en su integridad  y con sencillez , como sugiere el texto con tres pinceladas.  
• “El niño iba creciéndo y robusteciéndose”.  He ahí el plano de la naturaleza. El paso del tiempo y el crecimiento de una vida humana, que es preciso aceptar y agradecer.
• “Jesús se llenaba de sabiduría”. Es este el plano de la cultura y de la socialización. Gracias a José y a María el niño aprende el “saber “humano y el “sabor”  de las cosas de Dios.  
• “La gracia de Dios lo acompañaba”. En este plano, Dios tiene todo el protagonismo. El amor y el proyecto de Dios van guiando el desarrollo de Jesús.
- Padre de los cielos, tú sabes que nos preocupan mucho las familias de hoy. Te rogamos por todas ellas. Que la luz de tu evangelio las ayude a valorar la vida, a educar a sus hijos en valores auténticos  y a contar siempre con tu providencia y tu gracia. Amén.
                                                      José-Román Flecha Andrés







CADA DÍA SU AFÁN 28 de diciembre de 2014

                               
 NO ESCLAVOS SINO HERMANOS

Por decisión del Papa Pablo VI, el día primero de enero celebramos la Jornada Mundial de la Paz. Es esta una preciosa invitación a sepultar los rencores e indiferencias que hacen difícil la convivencia humana. Y es también una exhortación a iniciar el nuevo año en armonía, con sinceros deseos de reconciliación y de fraternidad.
En el mensaje para la Jornada Mundial de la Paz del año 2013, el papa Benedicto XVI nos recordaba la conocida bienaventuranza evangélica que proclama dichosos a los que trabajan por la paz. Afirmaba él que la paz es al mismo tiempo un don mesiánico y una obra humana, que requiere un esfuerzo para fomentar la convivencia en términos racionales y morales.
El nuevo Papa Francisco eligió la llamada a la fraternidad como lema de su mensaje para la Jornada del año 2014. En él nos recordaba ese “anhelo indeleble de fraternidad, que nos invita a la comunión con los otros, en los que encontramos no enemigos o contrincantes, sino hermanos a los que acoger y querer”.
Con el lema que el Papa Francisco ha elegido para la Jornada del 2015 nos exhorta a considerar a todos los seres humanos no como esclavos, sino como verdaderos hermanos. Esa hermanandad se fundamenta en el origen común, puesto que todos hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios.
Sin embargo, no olvida que el pecado se manifiesta bien pronto en el asesinato de Abel por parte de su hermano Caín. Evidentemente, el cainismo, de tanto en tanto viene a ensangrentar nuestra convivencia, revela que hemos olvidado el proyecto inicial de Dios.
Nuestra convivencia se ve fracturada con frecuencia por brotes de violencia y por el intento de sustituir la fraternidad por la esclavitud. Los creyentes sabemos que el pecado de la separación de Dios trae consigo el “rechazo del otro, maltrato de las personas, violación de la dignidad y los derechos fundamentales e institucionalización de la desigualdad”. 
 El Papa recuerda además un texto del Nuevo Testamento que deberíamos meditar más a mmenudo. En su carta a Filemón, San Pablo le exhorta a recibir a Onésimo, como a un verdadero hermano, ahora que se ha hecho cristiano como él.
Onésimo era esclavo de Filemón. Huido de su casa, llegó hasta Pablo, tal vez buscando refugio y consejo. Junto a él encontró la fe y de él recibió el bautismo. Las leyes del Imperio Romano eran duras para los prófugos. Así que Pablo le aconsejó que regresara a casa de su amo.
Pero en su breve escrito, Pablo recuerda a Filemón que su antiguo esclavo es ahora su hermano en la fe. No podían modificar las leyes, pero podían vivirlas con un estilo nuevo, es decir con un nuevo espíritu.
Por eso, afirma el Papa Francisco, “la conversión a Cristo, el comienzo de una vida de discipulado en Cristo, constituye un nuevo nacimiento, que regenera la fraternidad como vínculo fundante de la vida familiar y base de la vida social”.
                                                                                José-Román Flecha Andrés




miércoles, 24 de diciembre de 2014

LECTIO DIVINA-SOLEMNIDAD DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR. B


Is 52,7-10: “Toda la tierra verá la victoria de nuestro Dios”
Hb 1,1-6: “Dios nos ha hablado por su Hijo”
Jn 1,1-18: “La Palabra se hizo hombre y vivió entre nosotros lleno de amor y de verdad”.

DICIEMBRE 25

En el principio ya existía la Palabra, y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios. Él estaba en el principio con Dios. Por medio de él, Dios hizo todas las cosas; nada de lo que existe fue hecho sin él. En él estaba la vida, y la vida era la luz de la humanidad. Esta luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no han podido apagarla. Hubo un hombre llamado Juan, a quien Dios envió como testigo, para que diera testimonio de la luz y para que todos creyesen por medio de él. Juan no era la luz, sino uno enviado a dar testimonio de la luz. La luz verdadera que alumbra a toda la humanidad venía a este mundo. Aquel que es la Palabra estaba en el mundo, y aunque Dios había hecho el mundo por medio de él, los que son del mundo no le reconocieron. Vino a su propio mundo, pero los suyos no le recibieron. Pero a quienes le recibieron y creyeron en él les concedió el privilegio de llegar a ser hijos de Dios. Y son hijos de Dios, no por la naturaleza ni los deseos humanos, sino porque Dios los ha engendrado. Aquel que es la Palabra se hizo hombre y vivió entre nosotros lleno de amor y de verdad. Y hemos visto su gloria, la gloria que como Hijo único recibió del Padre. Juan dio testimonio de él diciendo: “A este me refería yo cuando dije que el que viene después de mí es más impor­tante que yo, porque existía antes que yo”. De sus grandes riquezas, todos hemos recibido bendición tras bendición. Porque la ley fue dada por medio de Moisés, pero el amor y la verdad se han hecho realidad por medio de Jesucristo. Nadie ha visto jamás a Dios; el Hijo único, que es Dios y que vive en íntima comunión con el Padre, nos lo ha dado a conocer.

Preparación: En este día de la Natividad del Señor nuestra atención se inclina espontáneamente  a meditar los textos de San Lucas que se leen en la misa de medianoche y en la misa de la aurora. Recordamos los versos de Luis de Góngora: “Caído se le ha un clavel hoy a la Aurora del seno. ¡Qué contento que está el heno, pues ha caído sobre él”. Nos atrae el relato del nacimiento de Jesús, el anuncio del ángel a los pastores y el camino que les lleva hasta el pesebre donde encuentran al Niño.

Lectura: Sin embargo, la misa del día nos ofrece la clave del  misterio del nacimiento de Jesús. En Jesús adoramos y acogemos a la Palabra de Dios que se ha hecho visible. Esa Palabra es nuestro alimento y nuestra luz. La carta a los Hebreos nos recuerda que de muchas formas ha hablado Dios a los hombres. Finalmente nos ha hablado por medio de su Hijo. La Sabiduría eterna de Dios se ha acercado definitivamente a los hombres. La Palabra de Dios se ha hecho carne y ha plantado su tienda en el campamento humano. La Palabra de Dios es luz que ilumina el camino humano.  En este día ponemos especialmente nuestra atención en una frase:  “Esta luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no han podido apagarla”.

Meditación: Hoy nos preguntamos qué dificultades invoca nuestro mundo para ignorar o despreciar la luz de la Palabra de Dios. Pero nos preguntamos también por qué razones o sinrazones la olvidamos nosotros. Con todo, en este día nos alegramos y gozamos por el nacimiento de Jesús. Con los versos de López Ranjel, que retoma la Liturgia de las Horas para esta solemnidad, exclamamos: “Hoy grande gozo en el cielo todos hacen, porque en un barrio del suelo nace Dios. ¡Qué gran gozo y alegría tengo yo!”

Oración: “Señor todopoderoso, concede a los que vivimos inmersos en la luz de tu Palabra hecha carne, que resplandezca en nuestras obras la fe que haces brillar en nuestro espíritu. Amén”.

Contemplación: Nuestra contemplación recibe hoy una especial inspiración de San Juan de Ávila, presbítero y doctor de la Iglesia: “¡Bendito sea tal niño y tan provechoso como éste! Comencemos vida nueva pues el Niño la comienza. ¡Que te vea yo, Rey mío, en el  lugar más bajo, en un pesebre, y que quiera yo ser honrado! ¡Que te vea yo pobre y que quiera ser rico! ¿Qué trabajéis vos por mí y descanse yo? Yo seré vuestro compañero. Con vos me quiero ir, pues que vais por mis negocios. ¡Enhorabuena nazcáis! ¡Enhorabuena se ponga el Hijo de Dios en el pesebre para mi remedio y para enseñar el amor que nos tiene!”

Acción: Miremos a nuestro alrededor. Prestemos atención a las personas que tienen dificultades para vivir hoy la alegría de la Natividad del Señor. Y oremos por todos los que no han llegado a vislumbrar la luz que brota de su Palabra.
                                                                               José-Román Flecha Andrés


martes, 23 de diciembre de 2014

LECTIO DIVINA-MIÉRCOLES 4ª SEMANA DE ADVIENTO.B


2Sa 7,1-5.8b-12.14a.16: “Tu trono durará por siempre”
Lc 1,67-79: “Nos visitará el sol que nace de lo alto”

DICIEMBRE 24

En aquel tiempo Zacarías, el padre del niño, lleno del Espíritu Santo y hablando en profecía, dijo: “¡Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha venido a rescatar a su pueblo! Nos ha enviado un poderoso salvador, un descendiente de David, su siervo. Esto es lo que había prometido en el pasado por medio de sus santos profetas: que nos salvaría de nuestros enemigos y de todos los que nos odian, que tendría compasión de nuestros antepasados y que no se olvidaría de su santo pacto. Y éste es el juramento que había hecho a nuestro padre Abraham: que nos libraría de nuestros enemigos, para servirle sin temor con santidad y justicia, y estar en su presencia todos los días de nuestra vida. En cuanto a ti, hijito mío, serás llamado profeta del Dios altísimo, porque irás delante del Señor preparando sus caminos, para hacer saber a su pueblo que Dios les perdona sus pecados y les da la salvación.  Porque nuestro Dios, en su gran misericordia, nos trae de lo alto el sol de un nuevo día, para iluminar a los que viven en la más profunda oscuridad, para dirigir nuestros pasos por un camino de paz”.

Preparación: Todo el mundo cristiano se prepara en estos días para la celebración del Nacimiento de Jesús. Por desgracia, en muchos lugares se olvida el profundo sentido de esta celebración. Los adornos que se ven en nuestras ciudades no hacen referencia a Jesús. Nuestra cultyra pretende ignorarlo. Los regalos sociales nos llevan a olvidar el don de Dios que motiva nuestros dones. Que la culminación de nuestra esperanza oriente hoy nuestra oración.

Lectura: La primera lectura nos recuerda al rey David. Establecido su reino en Jerusalén, desea construir una casa al Señor. Pero el profeta Natán le comunica que es Dios quien  ha decidido asegurar al rey una casa, es decir una descendencia y una dinastía. Evidentemente, no es el hombre el que ofrece un futuro a Dios. Es Dios quien garantiza al hombre un futuro y una esperanza. En el evangelio escuchamos al sacerdote Zacarías.  Ante el nacimiento inesperado de su hijo Juan, y lleno del Espíritu Santo, reconoce que se ha cumplido la profecía de Natán: El Dios de Israel ha enviado a su pueblo un poderoso salvador, un descendiente de David, su siervo. Dios es misericordioso y fiel y mantiene su alianza. 

Meditación: • En el cántico de Zacarías, padre de Juan, se nos habla de Dios. De él viene la salvación y el rescate del mal. Sólo él es compasivo y misericordioso. • Se nos habla de Jesús, el Sol que nos libra de nuestras tinieblas y conduce nuestros pasos por los senderos de la paz. • Se nos habla de Juan, enviado como profeta del Dios altísimo con una doble misión: preparar al Señor los caminos de la historia y recordar a los hombres que de Dios vienen el perdón de los pecados y la salvación. • Y se nos habla de nuestra propia dignidad: librados de nuestros pecados, podemos servir al Señor sin temor, vivir en  santidad y justicia, y estar en su presencia todos los días de nuestra vida. La esperanza de los antiguos profetas no ha sido vana.

Oración: “Señor, que permanezcamos en vela aguardando la venida de tu Hijo, como el criado que espera la llegada del amo, para que siguiendo las normas del Maestro, salgamos a su encuentro, cuando él llegue, con las lámparas encendidas. Amén”.

Contemplación: De nuevo nos hacemos presentes en casa de Zacarías e Isabel. Ya se ha celebrado el rito de la circuncisión y se ha puesto al niño el nombre de Juan. Nuestra contemplación se centra ahora en el canto que entona Zacarías. Siguiendo el estilo de la oración de su pueblo, pronuncia una bendición al Señor, Dios de Israel. Tratamos de aprender las lecciones de una historia profética. Nos gozamos en la salvación que amanece en Jesús. Y bendecimos la misericordia de Dios.


Acción: Tratemos de superar el ambiente pagano de nuestras fiestas. Hoy hemos de preparar el ambiente familiar y comunitario para la celebración del Nacimiento del Señor. Preparemos también nuestro corazón para acoger su visita.
                                                         José-Román Flecha Andrés

lunes, 22 de diciembre de 2014

LECTIO DIVINA-MARTES 4ª SEMANA DE ADVIENTO. B


Mal 3,1-4.23-24: “Yo envío mi mensajero para que prepare el camino ante mí”.
Lc 1,57-66: “Su nombre es Juan”

DICIEMBRE 23

Al cumplirse el tiempo en que Isabel había de dar a luz, tuvo un hijo. Sus vecinos y parientes fueron a felicitarla cuando supieron que el Señor había sido tan bueno con ella. A los ocho días llevaron a circuncidar al niño, y querían ponerle el nombre de su padre, Zacarías. Pero la madre dijo: “No. Tiene que llamarse Juan”. Le contestaron: “No hay nadie en tu familia con ese nombre”. Entonces preguntaron por señas al padre del niño, para saber qué nombre quería ponerle. El padre pidió una tabla para escribir, y escribió: “Su nombre es Juan”. Y todos se quedaron admirados. En aquel mismo momento, Zacarías recobró el habla y comenzó a alabar a Dios. Todos los vecinos estaban asombrados, y en toda la región montañosa de Judea se contaba lo sucedido. Cuantos lo oían se preguntaban a sí mismos: “¿Qué llegará a ser este niño?”. Porque ciertamente el Señor mostraba su poder en favor de él.


Preparación: Hoy cantamos la última de las grandes antífonas del Adviento. Por medi de ella expresamos nuestro anhelo más profundo. Aguardamos la venida de Jesús, al que confesamos como el Emmanuel, esperanza de las naciones y Salvador de los pueblos. Esa es nuestra fe. Y ese es el grito más sincero que brota de nuestra esperanza.

Lectura: Ya el profeta Malaquías había anunciado de parte de Dios: “Yo envío mi mensajero para que prepare el camino ante mí”. Según el evangelio, en el hijo inesperado de Zacarías e Isabel llega a cumplirse aquella profecía. La discusión sobre el nombre que ha de recibir ese niño no es una frivolidad. Sabemos que el nombre significa la identidad de la persona. Muchos quieren  que el hijo siga la vocación del Padre. Pero Dios interviene para confiarle una nueva misión. El nuevo nombre del niño indica que no son los ritos de la antigua Ley los que salvan. Solo salva el Señor, al que Juan ha de preparar el camino. Porque ese es el nombre que ha recibido de Dios.

Meditación: Son muchos los que tratan de indicarnos quiénes somos y cómo debemos ser. Todos desean que sigamos las pautas que nos marcan. No quieren que desentonemos. Pero no son los demás los que han de decidir nuestra vocación. El Papa Francisco ha dicho que “corriente abajo, hasta los cadáveres flotan”. Hay que aprender a nadar corriente arriba. A aceptar la misión que Dios nos ha confiado.  A anunciar al Señor con valentía. Como Juan. No es extraño que las gentes se pregunten asombradas qué va a ser este niño. Las preguntas que suscitan los creyentes, tan solo por ser diferentes,  son ya el inicio de la evangelización, como escribió Pablo VI (“Evangelii nuntiandi”, 21).

Oración: “Oh Emmanuel, rey y legislador nuestro, esperanza de las naciones y salvador de los pueblos,¡ven a salvarnos, Señor Dios nuestro!”

Contemplación: Hoy nos hacemos presentes en la escena de la circuncisión del pequeño Juan. Por ese rito entra él a formar parte del pueblo de la alianza. Pero, con ser importante, esa alianza se abre en este momento a un horizonte nuevo, reflejado en el nombre nuevo que recibe el niño. Compartiendo el asombro de las gentes, también nosotros contemplamos la intervención de Dios en la historia humana y nos preguntamos qué esperará de nosotros el Señor.


Acción: Ante el don y el misterio del niño que nace por voluntad de Dios, nos comprometemos a favorecer el nacimiento de la vida en esta sociedad, que parece marcada por la cultura de la muerte.
                                                                José-Román Flecha Andrés

domingo, 21 de diciembre de 2014

LECTIO DIVINA-LUNES 4ª SEMANA DE ADVIENTO.B


1Sa 1, 24-28: “Este niño pedía yo y Dios me ha concedido la petición”
Lc 1,46-56: “Dios tiene siempre misericordia de quienes le honran”. 

DICIEMBRE 22

En aquel tiempo María dijo: “Mi alma alaba la grandeza del Señor. Mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador, porque Dios ha puesto sus ojos en mí, su humilde esclava, y  desde ahora me llamarán dichosa; porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas. ¡Santo es su nombre! Dios tiene siempre misericordia de quienes le honran. Actuó con todo su poder: deshizo los planes de los orgullosos, derribó a los reyes de sus tronos y puso en alto a los humildes. Llenó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías. Ayudó al pueblo de Israel, su siervo, y no se olvidó de tratarlo con misericordia. Así lo había prometido a nuestros antepasados, a Abraham y a sus futuros descendientes”. María se quedó con Isabel unos tres meses, y después regresó a su casa”.

Preparación: En las vísperas de la Navidad la liturgia nos presenta la figura de María. Como dice San Agustín,  “la Palabra de Dios se hizo vida en su vientre, porque antes se había hecho verdad en su mente”. Por ella nos ha venido la vida. Por ella nos llega la esperanza y el Esperado. 

Lectura: La primera lectura recuerda la entrañable figura de Ana. Ana sube cada año al santuario de Silo y con lágrimas y oraciones pide al Señor que le conceda un hijo. El sacerdote se burla de ella pero, al fin, le promete el hijo que ella desea. Una vez nacido el niño, lo presenta al Señor y lo deja en el santuario. El cántico de Ana es una alabanza a Dios y una confesión de su poder, que humilla a los altaneros y ensalza a los humildes.  Muy semejante es el canto que María entona al llegar a la casa de Zacarías e Isabel. Su gratitud no sólo se centra en su propia maternidad, sino que recuerda las maravillas que Dios ha realizado con su pueblo. También María confiesa que ante Dios nadie puede presumir de grandeza. Dios abate a los poderosos y ensalza a los pobres y desvalidos. Ambas mujeres anuncian un reino muy diferente a todos los reinos de la tierra.

Meditación: María ha recibido del ángel la Buena Noticia del nacimiento del Salvador. También ha sabido del embarazo de su pariente Isabel. Y tiene el acierto de vincular ambas noticias. La primera no ha de ser silenciada. Y la segunda noticia la pone en camino por las sendas que en otro tiempo había recorrido el Arca de la Alianza. Su memoria le dice que Dios ha salvado con frecuencia a su Pueblo. Y su fe empuja a María a llevar a casa de Zacarías e Isabel la buena noticia de la salvación. Ella es la evangelizada,  que, a su vez,  se convierte en evangelizadora.  María es el icono de la Iglesia, llamada a salir a los caminos “sin demoras, sin asco y sin miedo” (Papa Francisco, Exhortación “La alegría del Evangelio”, 23).

Oración: “Oh Rey de las naciones y Deseado de los pueblos, Piedra angular de la Iglesia, que haces de dos pueblos uno solo, ven y salva al hombre que formaste del barro de la tierra”.

Contemplación: En este día también nosotros peregrinamos hasta las montañas de Judá para contemplar la visita de María a su pariente Isabel. Escuchamos el canto de alegría que María entona para alabar al Señor. También nosotros compartimos con María la alegría de  esperar a Jesús como el Salvador. Creemos y confesamos que por Él nos ha ofrecido Dios la salvación. En él se nos hace visible cada día nuestra dignidad de hijos amados por Dios. Con Él, por Él y en Él damos gloria y alabanza a Dios. Y con San Bernardo nos dirigimos a María, diciendo: “Por medio de ti podamos llegar a tu Hijo, oh bendita Virgen, que hallaste la gracia, Madre de la vida, Madre de la salud, para que por ti nos reciba el que por ti se nos dio a nosotros”.

Acción: Hoy nos preguntamos si hay en torno a nosotros algunas personas humildes e ignoradas que necesitan nuestras atención y una rehabilitación institucional. Escuchando el canto de María,  nos preguntamos si nuestros cantos religiosos lo son de verdad. Con María, queremos olvidar nuestra fácil sensiblería, para cantar la grandeza y la misericordia de Dios. 

                                                                       José-Román Flecha Andrés

LECTIO DIVINA-DOMINGO 4º DE ADVIENTO.B


2 Sa 7,1-5.8b-12.14ª.16
Rm 16,25-27
Lc 1,26-28

DICIEMBRE 21

A los seis meses envió Dios al ángel Gabriel a un pueblo de Galilea llamado Nazaret, a visitar a una joven virgen llamada María que estaba comprometida para casarse con un hombre llamado José, descendiente del rey David. El ángel entró donde ella estaba, y le dijo: “¡Te saludo, favorecida de Dios! El Señor está contigo”. Cuando vio al ángel, se sorprendió de sus palabras, y se preguntaba qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: “María, no tengas miedo, pues tú gozas del favor de Dios. Ahora vas a quedar encinta: tendrás un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Será un gran hombre, al que llamarán Hijo del Dios altísimo: y Dios el Señor lo hará rey, como a su antepasado David, y reinará por siempre en la nación de Israel. Su reinado no tendrá fin”. María preguntó al ángel: “¿Cómo podrá suceder esto, si no vivo con ningún hombre?”. El ángel le contestó: “El Espíritu Santo se posará sobre ti y el poder del Dios altísimo se posará sobre ti como una nube. Por eso, el niño que va a nacer será llamado Santo e Hijo de Dios. También tu parienta Isabel, a pesar de ser anciana, va a tener un hijo; la que decían que no podía tener hijos está encinta desde hace seis meses. Para Dios no hay nada imposible”. Entonces María dijo: “Soy la esclava del Señor. ¡Que Dios haga conmigo como me has dicho!”. Con esto, el ángel se fue.

Preparación: Sabemos que en estos días del solsticio de invierno, los romanos y otros pueblos, celebraban fiestas en honor del sol. La quinta de las antífonas mayores del Adviento  proclama a Jesucristo como el verdadero Sol que nos transmite el esplendor de la eternidad y de la vida, al tiempo que ilumina a los que malvivimos envueltos en injusticias de muerte.

Lectura: El profeta Natán anuncia al rey David que Dios consolidará el trono de su realeza. En la promesa hay unas palabras que van más allá del primer heredero: “Yo seré para él un padre y él será para mí un hijo”. La fe nos dice que esas promesas se realizan en Jesús, el Mesías de Dios. En Él se mantiene el cetro de David. De nuevo se procama hoy el relato de la anunciación a María. El evangelio según san Lucas recobra aquella promesa de Natán y la ve actualizada en las palabras que el ángel dirige a María. Jesús, su hijo, reinará por siempre y su reinado no tendrá fin. Ante tal Rey, María se presenta como al humilde esclava del Señor. 

Meditación: Jesús es el Rey enviado por Dios al final de los tiempos. Como dijo el Papa Francisco en la fiesta de Cristo Rey del año 2013, Cristo es el centro de la creacion, puesto que en vista de Él fueron creadas todas las cosas, para que en Él quedaran reconciliadas. Es también el centro del pueblo de Dios, el hermano en torno al cual se reúne la familia de los hijos de Dios, el que cuida de todos nosotros al precio de su vida. Y Él es, finalmente, el centro de la humanidad y de la historia de todo hombre, que en él puede encontrar misericordia y perdón, aun en los momentos más difíciles. “Jesús es el centro de nuestros deseos de gozo y salvación”.

Oración: “Oh Sol que naces de lo alto, Resplandor de la luz eterna, Sol de justicia, ven ahora a iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte”.

Contemplación: En este día contemplamos a Jesús como nuestro Rey y Señor.  Creemos y confesamos que por el hijo de María Dios nos invita a su Reino de gracia y de salvación. En el Hijo de María  podemos descubrir la dignidad real de cada uno de los hijos de Dios. Con Él, por Él y en Él damos gloria y alabanza a Dios. Y contemplando a Jesús, contemplamos también a su Madre. Tras recordar este misterio de la Anunciación a María,  el día 8 de diciembre de 2013, el Papa Francisco concluía: “Mirémosla a ella, nuestra Madre,y dejémonos mirar por ella, porque es nuestra Madre y nos quiere mucho; dejémonos mirar por ella para aprender a ser más humildes, y también más valientes en el seguimiento de la Palabra de Dios, para acoger el tierno abrazo de su Hijo Jesús, un abrazo que nos da vida, esperanza y paz”.


Acción: Hoy podemos mirar a nuestro alrededor y descubrir en las noticias de cada día el poder del mal que esclaviza a tantas personas por medio de la seducción del tener, el poder y el placer. Examinemos nuestra propia conciencia. Y veamos si podemos colaborar de algún modo concreto a la llegada del Reino de Dios que se anuncia en el nacimiento  de Jesús.
                                             
                                                                              José-Román Flecha Andrés