martes, 14 de octubre de 2025

CADA DÍA SU AFÁN - 18 de octubre de 2025

 

LAS MISIONES Y LOS MISIONEROS

Algunos de nosotros todavía recordamos con qué entusiasmo salíamos por las calles, llevando una hucha para colaborar en la colecta en favor de las misiones. El tercer domingo de octubre se celebraba el DOMUND. Era el Domingo mundial de la propagación de la fe.

Lo es todavía, aunque hayan cambiado los tiempos, el entusiasmo de los niños y la hucha de la colecta. Pero sobre todo ha cambiado la reflexión teológica sobre la misión y el estilo de la misma.

El papa Pablo VI escribió que “nos corresponde a nosotros anunciar el Evangelio en este período extraordinario de la historia humana, un tiempo en el que, a vértices de progreso, nunca antes logrados, se asocian abismos de perplejidad y desesperación, también sin precedentes”.

Ha pasado más de medio siglo desde aquel mensaje y la situación de este mundo nuestro no ha mejorado. En algunos países ha aumentado de forma sorprendente el número y el compromiso de los católicos. Pero en otros países, las nuevas generaciones se han dejado seducir por los ídolos del tener, el poder y el placer. Y, además, muchos misioneros y muchos cristianos están siendo perseguidos y martirizados en un lugar y en otro de la tierra.

Con motivo de la celebración del jubileo de los misioneros y de los emigrantes, el papa León XIV acaba de decirnos que esta “es una hermosa ocasión para reavivar en nosotros la conciencia de la vocación misionera, que nace del deseo de llevar a todos la alegría y la consolación del Evangelio, especialmente a aquellos que viven una historia difícil y herida”.    

Y así es. “El Espíritu nos manda continuar la obra de Cristo en las periferias del mundo, marcadas a veces por la guerra, la injusticia y por el sufrimiento”.  Hoy las fronteras de la misión ya no son las geográficas, porque son la pobreza, el sufrimiento y el deseo de una esperanza mayor las que vienen hacia nosotros.    

Son muchos los misioneros y las misioneras, pero este precioso servicio interpela a cada uno de nosotros, en la medida de nuestras posibilidades. Ello exige al menos dos grandes compromisos: la cooperación misionera y la vocación misionera.

Es preciso promover una renovada cooperación misionera entre las Iglesias. Y hay que recordar la belleza y la importancia de las vocaciones misioneras. Hoy se necesita un nuevo impulso misionero, de los laicos, de los religiosos y sacerdotes. Y se necesitan nuevas propuestas y experiencias vocacionales para suscitar este deseo, especialmente en los jóvenes.

El Papa encomienda a todos a “la intercesión de María, primera misionera de su Hijo, que se pone en camino sin demora hacia los montes de Judea, llevando a Jesús en su seno y poniéndose al servicio de Isabel”.

José-Román Flecha Andrés