martes, 27 de mayo de 2025

CADA DÍA SU AFÁN - 31 de mayo del 25


OTRO AÑO JUBILAR

1. Hace cincuenta años celebrábamos otro año jubilar. El domingo de Pascua de Resurrección del 1975, el papa Pablo VI pronunció en su homilía unas palabras que merecen ser recordadas en este otro jubileo:

“Jesucristo ha resucitado verdaderamente, en una condición de vida radicalmente nueva, que conserva y sobrepasa el estado de la presente existencia humana, sublimando su plenitud y su gloria, su potencia y espiritualidad”.  

2. No se trata de un vago recuerdo del pasado. Según el Papa Montini, “la resurrección de Cristo no es solo su triunfo personal, sino que es también el principio de nuestra salvación y por tanto de nuestra resurrección”. ¿Cómo explicar el significado de ese principio?

• Lo es ya desde ahora, como liberación de la causa primera y fatal de nuestra muerte, que es el pecado, ese alejamiento de la única y verdadera fuente de la vida que es Dios.

• Lo es también como prenda de nuestra futura resurrección corporal, puesto que estamos salvados en la esperanza que no defrauda, para el último día, para la vida que no conoce fin.

• Pero lo es también como modelo y energía de la continua renovación moral, espiritual y social de la vida presente, que es ahora para nosotros el objeto de nuestro inmediato interés. 

 3. Claro que muchos pueden encontrar serias dificultades para aceptar el mensaje del Resucitado. Pero Pablo VI nos invita a ver la realidad con los ojos de la fe:

• No importa si la experiencia de la caducidad de las fuerzas humanas decepciona nuestra esperanza de un orden más estable para la sociedad humana.

• No importa si, el progreso moderno y el conocimiento de los secretos de la naturaleza, no nos dan la plenitud y seguridad de la vida, sino la pena por las aspiraciones no satisfechas.

• No importa, puesto que “una nueva fuente de vida ha sido difundida sobre el mundo por el Cristo resucitado, que actúa en cuantos escuchan su palabra, acogen su espíritu y componen su cuerpo místico”. 

4. Según el Papa, la cruz con la que se representa a Jesús resucitado, puede desconcertar a los decididos a eliminar el esfuerzo y el deber. Pero para quien acoge al Señor, esa cruz es signo de libertad, fuerza y sacrificio, y la clave para la grandeza moral del hombre y para el triunfo del amor sobre el egoísmo estéril y asesino.

Aceptar al Cristo resucitado puede “alentar a todos los que trabajan por la renovación de la humanidad, para el alivio de los pobres y los que sufren, tan numerosos hoy en día, y para la esperanza de los humildes y de los que oran, de toda la Iglesia, de toda la humanidad”.  

Estamos celebrando un nuevo jubileo. Han pasado muchos años. Pero aquellos pensamientos de Pablo VI siguen teniendo validez y alentando nuestra esperanza. 

                                                                                  José-Román Flecha Andrés