LA FIESTA DEL CRISTO
En
muchos lugares la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz es conocida como la
“Fiesta del Cristo”. El pueblo ha descubierto que Jesucristo es inseparable de
su cruz. Y ha decidido celebrar con toda solemnidad esa relación.
En
este día se celebra el retorno a Jerusalén de la cruz de Jesús, rescatada por
el emperador bizantino Heraclio del poder de los persas, que la habían secuestrado.
Muchas
personas sin duda recuerdan estos versos de santa Teresa: “En la cruz está el
Señor / de cielo y tierra / y el gozar de mucha paz / aunque haya guerra/.
Todos los males destierra / en este suelo, /y ella sola es el camino / para el
cielo”. Esta es la primera estrofa de unas letrillas que compuso la Santa para
cantarlas en Soria el día 14 de septiembre de 1581, fiesta de la Exaltación de
la Santa Cruz.
•
Hoy esta fiesta nos invita a preguntarnos qué papel juega la cruz en nuestras
vidas. Ya vemos que, en este tiempo, la cruz es más discutida que nunca. En
nombre de la democracia la retiran de los lugares públicos, con la excusa de no
ofender a los miembros de otras religiones que viven entre nosotros. Molesta el
Mensajero y molesta su mensaje.
• Nos admira la
presencia de las cruces en los campos de Lituania. También entre nosotros, los
cruceros guiaban a los peregrinos por el camino recto. Pero hoy utilizamos la
cruz solo como un amuleto para espantar los males o como un signo usado por un
cantante o un deportista. Hay cofrades y penitentes que la empuñan sin creer en
Jesús de Nazaret, que en ella murió por redimirnos.
• La otra cruz, la
espiritual, es un verdadero y urgente desafío para nosotros. A todos nos cuesta
ver en ella los dones y la responsabilidad de la vida y el consuelo, como
cantaba santa Teresa.
En el prefacio
de la misa de esta fiesta, al pecado de Adán se contrapone la salvación que
alcanzamos por medio de Jesucristo: “Es justo darte gracias, Señor, porque has
puesto la salvación del género humano en el árbol de la cruz, para que, donde
tuvo origen la muerte, de allí resurgiera la vida, y el que venció en un árbol,
fuera en un árbol vencido, por Cristo Señor nuestro”.
Este
es un día para reflexionar sobre nuestro egoísmo personal e institucional. Como
personas, no parecemos dispuestos a aceptar la cruz de cada día, mientras
imponemos cruces insoportables sobre los hombros de los demás.
Y como instituciones, deberíamos reconocer que ahí están las cruces del hambre y la marginación, del desprecio y el abandono, de la miseria y la guerra, de la violencia y el despojo. La cruz de Cristo es una llamada a la equidad, a la justicia y a la paz.
José-Román Flecha Andrés