SOBRE EL PAPEL DE LOS LAICOS
1. El camino que
Dios está indicando a la Iglesia es precisamente el de vivir de manera más
intensa y concreta la comunión, y caminar juntos.
2. Todavía queda mucho camino por recorrer
para que la Iglesia viva como un cuerpo, como verdadero Pueblo, unido por la
única fe en Cristo Salvador, animado por el mismo Espíritu santificador y
orientado a la misma misión de anunciar el amor misericordioso de Dios Padre.
3. Un Pueblo unido en la misión. La
sinodalidad encuentra su origen y su fin último en la misión, nace de la misión
y está orientada a la misión.
4. La formación de los laicos es indispensable
para vivir la corresponsabilidad. La formación tiene que orientarse a la
misión; no solamente a las teorías, de otro modo se cae en las ideologías.
5. ¡El apostolado de los laicos es sobre todo
testimonio! Testimonio de la propia experiencia, de la propia historia,
testimonio de la oración, testimonio del servicio a quienes pasan necesidad,
testimonio de la cercanía a los pobres, cercanía a las personas solas,
testimonio de la acogida, sobre todo por parte de las familias.
6. La exigencia de valorar a los laicos no
depende de ninguna novedad teológica, ni tampoco de requerimientos funcionales
por la disminución de sacerdotes; mucho menos nace de reivindicaciones de
categoría, para conceder una “revancha” a quienes fueron dejados de lado en el
pasado. Se basa más bien en una correcta visión de la Iglesia, la Iglesia como
Pueblo de Dios.
7. El laico, más
que como “no clérigo” o “no religioso”, se considera como bautizado, como
miembro del Pueblo santo de Dios, que es el sacramento que abre todas las
puertas.
8. El Documento de Puebla usó una expresión feliz
para decir esto: los laicos son hombres y mujeres «de Iglesia en el corazón del
mundo» y hombres y mujeres «del mundo en el corazón de la Iglesia».
9. Los laicos, y sobre todo las mujeres, han
de ser más valorados en sus competencias y en sus dones humanos y espirituales
para la vida de las parroquias y de las diócesis. Pueden realizar el anuncio
del Evangelio con su lenguaje cotidiano, comprometiéndose en diversas formas de
predicación.
10. El Papa
afirma que el clericalismo hay que echarlo fuera. Es una enfermedad que se
contagia; peor aún que un cura o un obispo caídos en el clericalismo son los
laicos clericalizados. Por favor, son una peste en la Iglesia. Que el laico sea
laico.