LA LUZ DEL MUNDO
“Vosotros sois la luz del
mundo”
(Mt 5,14)
1. Esta frase que el evangelio pone
en labios de Jesús suena más como una declaración que como un mandato. ¿Somos
conscientes de esa dignidad que el Maestro atribuye a sus discípulos?
2. ¿Qué actitudes concretas podrían
demostrar hoy que los cristianos nos tomamos en serio este declaración por la
que Jesús nos reconoce como luz del mundo?
3. Por otra parte, ¿esa afirmación del
Señor no es suficiente para motivarnos a hacer penitencia y purificarnos de la
oscuridad que puede empañar nuestra vida y nuestro testimonio?
4. Si somos luz para el mundo, ¿cómo
es que caemos con tanta frecuencia en la tentación del relativismo, tanto en el
campo de la verdad y de la fe como en el de las actitudes y las costumbres?
5. Los antiguos padres comparaban la luz de la Iglesia
a la luz que la luna recibe del sol y refleja sobre la tierra. ¿No habremos manifestado
alguna vez el orgullo de sobrevalorar nuestro pretendido resplandor?
6. Si Jesús considera a sus
discípulos como una luz en el mundo, ¿Cómo calificar la timidez o la pereza que
nos empuja a refugiarnos en el grupo de los más adictos a nuestra doctrina?
7. ¿Pido humildemente perdón al
Señor por las zonas que todavía mantengo en tinieblas en mi propia vida y busco
la guía espiritual de quien puede ayudarme a iluminarlas?
José-Román Flecha Andrés