LA MIES Y LOS OBREROS
“La mies es
abundante y los obreros pocos;
rogad,
pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies”.
(Lc 10,2)
Señor Jesús, tú conocías bien la cultura agrícola de
tu tierra. Sin duda habías contemplado
muchas veces los sembrados. En tu tiempo
era muy duro el trabajo de la siembra y las faenas de la recolección. Para segar las mieses en un campo extenso se
necesitaba un numeroso grupo de jornaleros.
Evidentemente, la imagen del campo y de las mieses
es aplicable a nuestra misión. Muchos tratan de decirnos que hoy es imposible cultivar
tus campos. Pero nuestra experiencia nos dice que el campo de la evangelización
es muy amplio. Tan amplio que no podremos abarcarlo por mucho esfuerzo que le
dediquemos.
Tú sabes que en algunas ocasiones nosotros nos
dejamos vencer por la fatiga y el desaliento. Son muchos los que, en una parte
y otra del mundo, solicitan alguien que llegue hasta ellos para anunciarles tu
palabra. Pero somos muy conscientes de que nuestras fuerzas son exiguas y
nuestra vida es corta.
Sin embargo, tú has querido llamarnos para anunciar
tu mensaje y para que te hagamos presente en nuestra sociedad, aparentemente
tan descreída. De sobra sabes que
nuestra energía es limitada. Por mucho que nos esforcemos, nunca lograremos
abarcar la amplitud del campo que se abre ante nosotros.
A pesar de todo, tú cuentas con nuestra dedicación y
esperas de nosotros una sincera responsabilidad. Tú cuentas con nuestros pies para llegar hasta
tus hermanos. Tú cuentas con nuestros labios para que anunciemos tu mensaje. Tú
cuentas con nuestras manos para aliviar las heridas de los que sufren.
Señor Jesús,
tú nos has llamado a participar en tu misión. Sabemos que cuentas también con
nuestra humildad para que pidamos refuerzos al Padre celestial. Que nuestro
ejemplo y nuestra voz muevan a otros a descubrir el amplio campo de tus mieses
y su propia capacidad para trabajar en él. Amén.
José-Román Flecha Andrés