SEGUIMIENTO Y
FIDELIDAD
“Te seguiré adondequiera que vayas”
(Lc 9,57)
Señor Jesús, con frecuencia se oye decir que hoy es
muy difícil para una persona decidirse a seguir tu llamada. El culto a la
libertad personal impide confiar nuestro
destino a quien puede tomar decisiones por nosotros. El aprecio a nuestra
autonomía hace difícil seguir una
vocación.
Es cierto que esa impresión no siempre es verdadera.
De hecho, en nuestra sociedad es muy frecuente que una persona observe y acepte
el modelo de vida que le viene ofrecido por otras que aparecen en los mil
espectáculos de la vida.
Es más, hoy se ha convertido en muy problemática la
situación de personas que se han dejado seducir por otras a las que ni siquiera
conocen. La seducción que llega a través de las plataformas sociales es muy
preocupante.
“Te seguiré
adondequiera que vayas”. El evangelio nos
ha dejado la imagen de uno que parecía decidido a seguir tu camino. Tu
respuesta era una revelación de tu pobreza, que comportaba la dificultad del
seguimiento.
El texto evangélico parece incluir una cautela para las
primeras comunidades. Era muy importante ayudar a los catecúmenos a hacer un
serio discernimiento sobre su decisión de seguir el Evangelio.
En nuestros días muchas personas se sienten
motivadas casi exclusivamente por sentimientos tan fuertes como fugaces.
Concédeles la gracia de descubrirte en su camino y de seguirte con decisión y
alegría.
“Te seguiré
adondequiera que vayas”. Recuerdo la
decisión que me acercó hasta ti. Ayúdame
tú a renovar la voluntad de escuchar tu llamada, el deseo de seguirte con
fidelidad y el propósito de vivir con generosidad las consecuencias de mi
respuesta.
Seguirte a ti no es una condena a la esclavitud, sino
una opción por la verdadera y definitiva libertad. Seguirte a ti significa
descubrir el valor de la fe, la fuerza de la esperanza y el compromiso del
amor. Dame tu luz y tu verdad, que ellas me guiarán. Amén.