OTRO BAUTISMO
“Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego”
(Lc 3,16)
Señor Jesús, hoy se repite una y otra vez que hemos
contaminado las aguas de las fuentes y de los ríos. Sin embargo, nunca deberíamos
olvidarnos de dar gracias por el precioso regalo del agua. En ella está la
vida. El agua limpia nuestras manchas, mantiene nuestra salud y devuelve el vigor
a nuestros cuerpos cansados.
Juan Bautista debía de conocer las frecuentes
abluciones rituales que la Ley imponía a
su pueblo. No es extraño que bautizara a las gentes en las aguas del Jordán
para invitarlas así a una renovación de su vida y sus costumbres. Quienes
vivían a la espera del Mesías necesitaban
una conversión.
Sin embargo, a las gentes que llegaban hasta la
ribera del Jordán, Juan les anunciaba que detrás de él llegaría otro más fuerte
y más importante que él. Otro personaje
misterioso a quien él estaba preparando el camino. Otro que ya no bautizaría
con agua sino con el viento santo de Dios y con el fuego.
Aquellas imágenes no eran casuales. En realidad
pertenecían a la memoria más viva de su pueblo. El viento recordaba al Espíritu
de Dios que aleteaba sobre las aguas primordiales. El Espíritu de Dios era el
origen de la creación de los mundos. Y, a lo largo de los tiempos, dirigía la
historia humana.
Po otra parte, el fuego preparaba los alimentos y
libraba a las gentes del frío de la noche. Hacía manejables a los metales más
duros y purificaba a los que se consideraban precisos. El fuego parecía enardecer y arrebatar a los profetas como Elías.
Y en el juicio de Dios consumiría lo inútil y dañino de la existencia.
Señor Jesús, en estos tiempos de frivolidad,
necesitamos recuperar la fuerza de aquellas imágenes proféticas. Ayúdanos a
redescubrir la presencia y la fuerza de tu Espíritu. Concédenos la humildad
necesaria para dejarnos guiar y purificar por el. Y para exhortar a nuestros
hermanos a seguir sus indicaciones. Amén.
José-Román Flecha Andrés