LA NOTICIA
“Id
al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación”
(Mc 16,15)
Señor Jesús, creo que tú eres el
Evangelio, es decir tú mismo eres la Buena
Noticia que el Padre celestial nos ha enviado. Por ti conocemos la
bondad, la misericordia y el amor del Padre.
Por eso es imprescindible verte y
escucharte. Nuestros sentidos son las ventanas por las que entra en nosotros la
certeza de la presencia de Dios en nuestro mundo y en nuestra peripecia personal.
Ahora bien, no podemos apropiarnos en
exclusiva la Buena Noticia que tú has querido comunicar a todos los hombres y
mujeres de todo tiempo y lugar. Ya sabemos que tus discípulos primeros
anunciaban con gozo que habían visto al Señor.
Esa era la Buena Noticia. La Noticia que
colma de sentido cada momento de nuestra vida, la Noticia siempre esperada y
que, al mismo tiempo, nos llena de esperanza. La Buena Noticia que nos llena de
alegría y de audacia. La Noticia que salva.
Y
tú has querido confiarme la preciosa misión de proclamar el Evangelio. No sé si
siempre he sabido valorar este encargo que revela la confianza que has tenido
en mí. Y no sé si he sabido aceptar, vivir y transmitir ese cuasi-sacramento de
tu Noticia.
A veces me pregunto si no he perdido
muchas ocasiones de proclamar tu Evangelio. En otras, he cuidado más la forma
que el contenido del mensaje de salvación. Y, todavía en otras ocasiones le he
limado las uñas para que no hiriera sensibilidades.
Confieso que he pecado de cobardía,
ocultando las partes del mensaje que me dejaban en evidencia y me acusaban ante
los ojos y los oídos de mis hermanos. Reconozco con dolor que no he sido fiel a
la misión que me confiaste.
Tú sabes bien, Señor, que muchas veces
me he anunciado a mí mismo en lugar de anunciarte a ti. He olvidado que el
Evangelio eres tú. Solamente espero que tengas conmigo esa misericordia que es
la verdadera clave de tu vida y de tu mensaje. Amén.
José-Román Flecha Andrés