CUANDO VENGAS
“Estad en vela,
porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor”
(Mt 24,42)
Señor,
con mucha frecuencia me encuentro a mí mismo evocando el tiempo de tu primera
venida. Me gusta pensar que los ángeles la dieron a conocer a los pastores.
Evidentemente, Dios tiene unos planes muy distintos de los nuestros y elige
como testigos a los que ningún tribunal humano hubiera aceptado como tales.
Ahora
tú vienes también a nuestra realidad concreta, pero nosotros tratamos de
ignorarte. Yo trato de ignorarte. Allá en el fondo de mi corazón, estoy
convencido de que acogerte implicaría cambiar totalmente la orientación de mi
vida. Y a eso parece que no estoy dispuesto.
He
encontrado por el mundo muchas gentes sencillas, que aceptan con normalidad las
señales de tu presencia entre nosotros. Y me siento confundido ante la limpieza
de su corazón.
Pero
los evangelios nos recuerdan también que tú anunciaste a tus seguidores una
futura venida. No sabemos cuándo será el día. Tú solo les pedías que se
mantuvieran en vela.
He
de confesar que durante mucho tiempo he interpretado tus palabras como si
fueran una seria prevención para huir del mal y de todas sus seducciones. Me
horrorizaba pensar que al llegar podrías encontrarme polvoriento y enfangado.
Ahora
me gusta entender tus palabras como una invitación a observar los signos de tu
presencia. Eso creo. Cualquier día es y puede ser el día de tu venida.
Cualquier día de mi vida puede ser el día de tu manifestación.
Ayúdame
Señor, a mantenerme en vela, para que tu venida no me encuentre dormido ni
absorto en las mil fruslerías que tratan de absorber mi atención. Tú vienes a
mi vida. Y tu venida es lo único que importa. Quiero estar despierto cuando
vengas. Que no se me apague la esperanza. Amén.