ORACIÓN
Y JUSTICIA
“Mientras Moisés
tenía en alto las manos, vencía Israel; mientras las tenía bajadas, vencia
Amalec”. Este relato bíblico nos presenta a Moisés orando en el monte por su
pueblo, mientras Josué se enfrenta en el llano a los amalecitas (Éx 17,8-13).
Evidentemente se
trata de subrayar la fe de Moisés y su influencia ante Dios. Por otra parte, se
anticipa ya la prsentación de Josué como el futuro guía de su pueblo. Pero,
sobre todo, se pone de relieve el valor de la oración. La imagen de Moisés
orando con los brazos en alto sería toda una lección sobre la misericordia de
Dios y la gratuidad de la liberación.
El salmo
responsorial responde al orante que se pregunta de dónde le vendrá el auxilio:
“El Señor te guarda de todo mal, él guarda tu alma, el Señor guarda tus
entradas y salidas ahora y por siempre (Sal 120,7-8).
San Pablo dice a
Timoteo que la Sagrada Escritura puede darle la sabiduría que, por la fe en
Cristo Jesús, conduce a la salvación” (2 Tim 3,15).
LOS TRES
PERSONAJES
También el
evangelio subraya el valor de la oración. Para reflejarlo de una forma
fácilmente inteligible, Jesús lo expresa en la parábola de la viuda y el juez
injusto (Lc 18,1-8). Los dos personajes
encarnan dos tipos humanos de personas, al tiempo que reflejan los atributos de
Dios.
• La viuda era
en Israel la imagen más evidente de la pobreza y el desamparo. Se sabía por
experiencia que una viuda se veía sola y no tenía quien defendiera sus derechos
ante la asamblea popular. En este caso, se dice que sus derechos han sido
ignorados y pisoteados repetidas veces por los prepotentes.
• Por otro lado
aparece el juez al que acude la viuda reclamando justicia. La Biblia presenta
varias veces a los jueces como símbolos de la rectitud y del respeto que
merecen tanto la ley como las personas. Pero el texto presenta a este juez con
unos rasgos que lo descalifican ante nuestros ojos: “Ni temía a Dios ni le
importaban los hombres”.
• Este juez
corrupto ignora a la viuda que le suplica. Después de mucho insistir, esta
logra que la escuche el juez, no por responsabilidad profesional, sino para
librarse de su insistencia. Por contraposición, se anuncia que Dios escucha la
oración de los que le suplican y les hace justicia. Dios es justo y compasivo,
misericordioso y fiel.
LA SÚPLICA Y EL
JUICIO
La parábola del
juez inicuo que ignora el lamento de la pobre viuda nos lleva también a
recordar el tono de su humilde súplica:
• “Hazme
justicia frente a mi adversario”. Hoy muchas personas se sienten marginadas en
la sociedad, en el puesto de trabajo y aun en su propia familia.Tienen derecho
a reclamar justica y atención a sus derechos.
• “Hazme
justicia frente a mi adversario”. También la Iglesia, como comunidad tantas veces
humillada, puede y debe dirigirse a Dios. De hecho, habrá de implorar su
misericordia y su justicia, cuando muchos de sus hijos son perseguidos hasta la
muerte.
• “Hazme
justicia frente a mi adversario”. Muchas personas y comunidades ven pisoteados sus
derechos por la injusticia de los poderosos. Pero Dios no es neutral. Pensar en
el juicio de Dios es un motivo de esperanza para los oprimidos, como escribió
Benedicto XVI en su encíclica “Salvados en esperanza”.
- Padre nuestro
que estás en el cielo, que la fe en tu poder y tu misericordia aliente siempre nuestra
oración. Y que ésta nos motive para anunciar el valor de la justicia y
denunciar la injusticia que con frecuencia aplasta a los más humildes de tus
hijos. Amén.
José-Román
Flecha Andrés