SENTADO A LA DERECHA DEL PADRE
* “Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo?”
(Hech 1,11). Son dos personajes que parecen ser mensajeros celestiales. Y así
suena la pregunta que dirigen a los amigos de Jesús, en el momento en que ellos
que viven la doble experiencia de verlo glorificado y de quedar huérfanos del
Maestro que era su guía.
* “El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo,
volverá como le habéis visto marcharse”. Esta segunda advertencia de los
mensajeros celestiales suena como una profecía. Los discípulos del Señor no
pueden olvidar el pasado vivido con su Maestro. Tampoco pueden evadirse del
presente. Pero han de mirar al futuro de la misión que les ha sido confiada.
Con el
salmo 46 proclamamos que “Dios asciende entre aclamaciones… y se sienta en su
trono sagrado”. Efectivamente, Dios resucitó a Jesús de entre los muertos y lo
sentó a su derecha en el cielo, como dice la segunda lectura de la misa de hoy
(Ef 1,17-23). Esa imagen expresa la divinidad de Jesucristo. El Señor está por
encima de todo lo que nos ocupa y nos preocupa.
PREDICACIÓN
DE LA CONVERSIÓN
El evangelio de Lucas se refiere de forma muy escueta al
misterio de la Ascensión de Jesús a los cielos (Lc 24,46-53). Pero en su
brevedad, este relato subraya tres elementos fundamentales de la fe y de la
esperanza de todos los discípulos del Maestro.
• En primer
lugar, se pone en boca de Jesús un resumen del misterio pascual, es decir, de
su muerte y su resurrección. Al igual que Jesus había hecho con los discípulos
que caminaban a Emaús, también ahora subraya que su suerte y su entrega estaban
previstas en las Escrituras.
• Además,
Jesús envía a sus apóstoles a todos los pueblos, como mensajeros de la misericordia
de Dios. Al igual que Jonás había sido enviado a Nínive, los discípulos del
Señor habrán de predicar la conversión para el perdón de los pecados.
•
Finalmente, Jesús promete a sus discípulos la presencia continua del Padre
celestial. Gracias a su asistencia, podrán ser testigos creyentes y creíbles de
lo que el Mesías ha dicho y hecho para llevar a cabo la salvación del
mundo.
Jesús ha
cumplido su misión y ha sido glorificado. Ahora confía su propia tarea a los
que ha elegido para compartir su vida y su ministerio hasta el fin de los
tiempos y hasta las últimas periferias de la tierra, como dice el papa
Francisco.
LA MISIÓN Y LA ALEGRÍA
Pero el
texto evangélico añade todavía algo más. Es preciso que la comunidad recuerde
siempre tres detalles que hacen presente en la Iglesia este misterio de la
glorificación de Jesús.
• El primer
detalle es la nota sobre esa doble bendición. Jesús bendice a sus discípulos y
los bendecirá siempre. Pero, al mismo tiempo, la oración de los discípulos
incluye la bendición “ascendente”. En ella se refleja la gratitud de la
comunidad por los dones de la fe y la misión.
• El segundo
detalle es precisamente la ascensión a los cielos. Con razón había dicho el
Maestro que de los pobres de espíritu es el reino de los cielos. Ya sabemos que “los cielos” son la metáfora
del mismo Dios. El que ha bajado del Padre, asciende al Padre y comparte su
gloria.
• El tercer
detalle es esa nota sobre la alegría que embarga a los discípulos al regresar a
Jerusalén. La fe les ayuda a comprender que Jesús permanecerá con ellos para
siempre, guiándolos en la misión e intercediendo por ellos, como también ha
dicho el papa Francisco.
- Señor
Jesús, hoy te bendecimos y te damos gracias por tu vida y por tu mensaje de
amor y de misericordia. Te rogamos que ayudes siempre a tu Iglesia a difundirlo
con audacia y generosidad por el mundo. Y a cada uno de nosotros concédenos la
alegría de poder compartir tu camino y de esperar activamente tu manifestación.
Amén. Aleluya. José-Román Flecha Andrés