TESTIGOS DE LA RESURRECCIÓN
“Pasó
haciendo el bien… Dios estaba con él… Nosotros somos testigos… Lo mataron,
colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día y le concedió la
gracia de manifestarse… Nos encargó predicar al pueblo, dando solemne
testimonio de que Dios lo ha constituido juez de vivos y muertos”. Pedro lo
había proclamado así ante los judíos en Jerusalén (Hech 2,32). Y así lo proclama también ahora
en Cesarea ante el centurión pagano Cornelio (Hech 10,34-43).
Los
apóstoles habían oído las enseñanzas del Maestro y habían sido testigos de su
compasión y de su acción misericordiosa. Ahora
han de convertirse en testigos convencidos y convincentes de la gloria
del Cristo resucitado.
Ante
ese anuncio que llega hasta nosotros, respondemos con fe y con alegría: “Este
es el día que hizo el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo” (Sal 117).
También
hoy es importante la proclamación pública de esta experiencia de fe. Pero es
igualmente necesario el cambio de nuestras actitudes. Es preciso vivir como
resucitados. Así nos lo advierte el apóstol Pablo: “Si habéis resucitado con
Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde Cristo está sentado a la
derecha de Dios” (Col 3,1).
APÓSTOL
DE APÓSTOLES
El
evangelio de este domingo de Pascua nos lleva a acompañar a María Madalena
hasta el sepulcro donde había sido depositado el cuerpo de Jesús (Jn 20,1-9).
Es el amanecer del primer día de la semana. Aquella discípula que lo había
seguido por los caminos y había estado presente en la hora de la muerte de su
Maestro, no puede olvidarlo.
•
Como ella, a lo largo de los siglos los cristianos volvemos con fe y gratitud a
aquel amanecer que siguió a la condena, a la muerte y a la sepultura de Jesús.
• Como ella, no siempre encontramos al que
buscamos con angustia, cuando sentimos que nos falta el apoyo en el que
habíamos fundamentado nuestra fe.
•
Como ella, también nosotros nos volvemos confiadamete a los hermanos de nuestra
comunidad, con los que hemos recorrido los caminos de la fe.
•
Como ella, también nsotros tenemos la secreta esperanza de que nuestros
hermanos encuentren en el sepulcro vacío una nueva razón para creer y
caminar.
Con
razón, María Magdalena ha sido calificada a lo largo de la historia como la
verdadera apóstol de los apóstoles.
ENTENDER
Y VIVIR
El
relato evangélico de este día de Pascua se cierra con una anotación referida a
Pedro y al discípulo al que amaba Jesús: “Hasta entonces no habían entendido la
Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos”.
•
También nosotros hemos oído muchas veces la proclamación de las Escrituras.
Sabemos que ese es el inicio de nuestra fe. Así que es preciso escuchar con
atención lo que nos ha sido revelado.
•
También nosotros tenemos muchas dificultades para comprender las Escrituras.
Hay una evidente presión exterior que nos hace dificil aceptar la única verdad
que pueda traernos la salvación.
•
También nosotros, como los discípulos de Jesús, tenemos expectativas personales
muy egoístas. Hay muchos intereses y muchos prejuicios que nos impiden aceptar
la misión y el mensaje del Maestro.
-
Señor Jesús, también nosotros escuchamos con gusto tus parábolas y te
reconocemos como Maestro. Sin embargo, no aceptamos la perspectiva de muerte
que nos anuncias y nos alejamos de la cruz. De esa forma, nos resulta difícil
creer que resucitas y nos invitas a vivir contigo para siempre. Que tu luz nos
ilumine y nos guíe para vivir como resucitados. Amén.