DEVOCIÓN MARIANA Y DIGNIDAD DE LA MUJER
“Venid y vamos todos con flores a porfía, con flores a María,
que madre nuestra es”. Muchas personas recuerdan esta canción con la que iniciábamos
los actos típicos del mes de María.
Como sabemos, el papa san Pablo VI publicó una
interesante exhortación sobre el culto debido a la Madre de Jesús y Madre de la
Iglesia.
En aquel documento señala que algunos encuentran
difícil “encuadrar la imagen de la
Virgen, tal como es presentada por cierta literatura devocional, en las
condiciones de vida de la sociedad contemporánea y en particular de las
condiciones de la mujer”.
• En el ambiente doméstico, se reconoce a la mujer la
igual responsabilidad con el hombre en la dirección de la vida familiar.
• En el campo
político, la mujer ha conquistado en muchos países un poder de intervención en
la sociedad igual al varón.
• En el campo social, la mujer desarrolla su actividad en
distintos sectores, dejando cada día más el ambiente del hogar.
• En el campo cultural, se le ofrecen nuevas
posibilidades de investigación científica y de éxito intelectual.
Por todo ello, algunas personas no saben tomar a María
como modelo. Pero, ante estas nuevas situaciones, Pablo VI ofrecía ya algunas interesantes observaciones.
1. Ante todo, la
Virgen María ha sido propuesta a la imitación de los fieles no por el tipo de
vida que ella llevó o por el ambiente socio-cultural en que se desarrolló, hoy
día superado casi en todas partes.
La fe cristiana la presenta como modelo porque en sus
condiciones concretas de vida ella se adhirió total y responsablemente a la
voluntad de Dios; porque acogió la palabra y la puso en práctica; porque su
acción estuvo animada por la caridad y por el espíritu de servicio: porque fue
la primera y la más perfecta discípula de Cristo. Estas actitudes de María tienen un valor universal y permanente.
2. En segundo lugar las dificultades mencionadas están
muy unidas con la imagen popular y literaria de María, no con su imagen
evangélica ni con los datos que nos ofrecen los evangelios.
La Iglesia, no se vincula a los esquemas representativos
de las varias épocas culturales y comprende que algunas expresiones de culto, válidas
en sí mismas, son menos aptas para las personas de épocas y civilizaciones
distintas.
3. Además, la lectura de las Sagradas Escrituras nos llevará a descubrir que la figura de la
Virgen no defrauda las esperanzas profundas de las personas de nuestro tiempo y
les ofrece el modelo perfecto del discípulo del Señor.
Como María, el cristiano de hoy ha de ser promotor de la
justicia que libera al oprimido y de la caridad que socorre al necesitado, pero
sobre todo testigo activo del amor que edifica a Cristo en los corazones. Como
es evidente, esa misión espera también a la mujer cristiana de hoy.