lunes, 11 de marzo de 2019

REFLEXIÓN- DOMINGO 2º DE CUARESMA. C 17 de marzo de 2019

LA REVELACIÓN

“Cuando iba a ponerse el sol, un sueño profundo invadió a Abrán y un terror intenso y oscuro cayó sobre él. El sol se puso y vino la oscuridad”. Ese es el escenario en el que Dios se muestra a Abrán para concertar con él una alianza (Gén 15,12.17).
El relato subraya la iniciativa de Dios. Dios saca de su tienda a Abrán, le invita a mirar al cielo, le recuerda el pasado en el que lo ha sacado de su tierra de Ur y le pronmete un futuro en el que le dará en propiedad la tierra en la que ahora se encuentra.
Si el texto anota la oscuridad en la que se ve envuelto Abrán, el salmo responsorial canta el misterio de la luz que guía a los creyentes: “El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar?” (Sal 26,1).
En su carta a los Filipenses, san Pablo, anuncia que Jesucristo transformará nuestra condición humilde, según el modelo de su condicion gloriosa” (Flp 3,21).

LA INICIATIVA DE DIOS

Pues bien, esa futura transformación de nuestra condición humana encuentra ya su  cumplimiento y su modelo definitivo en la transfiguración de Jesús en lo alto del monte. El evangelio de Lucas  (Lc 9,28-32) nos ofrece hoy algunas pautas para nuestra reflexión:
• Si en otro tiempo Dios sacaba a Abrán de la quietud de su carpa de nómada, Jesús se lleva consigo al monte a los tres discipulos predilectos. Hay una iniciativa divina que antecede y anticipa las decisiones humanas.
• Si Abrán cayó en un profundo sueño ante la revelación de la gloria de Dios, también los discípulos de Jesús se caen de sueño ante la revelación de la gloria de su Maestro. En el sueño que no podemos controlar nosotros se manifiesta esa presencia que nos asombra.
 • Si Abran se ve sumergido en la oscuridad, en la que Dios le ofrece su alianza, los discipulos de Jesús se ven cubiertos por una nube. Y de la nube  llega esa palabra por la que Dios reconoce y presenta a Jesús como su Hijo.

LA ESCUCHA DE LA PALABRA

Según el evangelio, desde el seno de la nube resuena una voz que viene de lo alto. La nube representa a Dios. Un Dios inaferrable e indomesticable. Un Dios invisible a los ojos humanos, pero cercano a todos los que han de prestar oídos a su palabra y su mensaje.
• “Este es mi hijo, el escogido, escuchadle”. En un primer momento, se ofrece la revelación de Jesús como hijo eterno de Dios. Jesús es más que un profeta. Su venida marca la plenitud de las antiguas esperanas.   
• “Este es mi hijo, el escogido, escuchadle”. En un segundo momento, se anuncia a Jesus como el elegido entre todos los hombres. En él se hace visible la figura del Siervo del Señor y se cumple la mision redentora que a él se atribuía. 
• “Este es mi hijo, el escogido, escuchadle”. En un tercer momento, la voz de Dios se convierte en exhortacion. Todos los que se encuentren con Jesús son invitados a escucharle con atención. Él transmite la palabra de Dios. Él es la misma palabra de Dios.
- Señor Jesús, tambien nosotros nos encontramos a veces en la socuridad y sumidos en un sueño profundo. Pero, en medio de la tiniebla, tú eres la luz que nos libra del temor y del cansancio y la palabra de Dios que guía nuestros pasos por los senderos de este mundo.  Bendito seas por siempre, Señor. Amén.
                                                                          José-Román Flecha Andrés