SERVICIO Y MISIÓN
“El Señor quiso triturarlo con el
sufrimiento…Mi siervo justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de
ellos”. Esa era la misión del Siervo del Señor, que recuerda la primera lectura
de la misa de hoy (Is 53,10-11). Ese misterioso personaje no aparece revestido
de poder. Al contrario, precisamente por sus sufrimientos se convierte en
salvador de muchos.
Con
el salmo responsorial, confesamos hoy que nuestra redencion no es fruto de
nuestro poder, sino de la bondad compasiva de Dios: “Que tu misericordia,
Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti” (Sal 32,22).
Tambien
la carta a los Hebreos nos recuerda que “no tenemos un sumo sacerdote incapaz
de compadecerse de nuestras debilidades” (Heb 4,14-15).
En este domingo de la propagacion de la fe es bueno tratar
de adquirir conciencia de que no es nuestro poder el que contribuye a la misión
redentora confiada a la Iglesia.
LA
TENTACIÓN DEL PODER
Tras
evocar en los domingos anteriores la enseñanza de Jesús sobre el placer y el
tener, el evangelio que hoy se proclama nos revela que la apetencia humana del
poder ha de ser entendida, a la luz de la fe, como la disponibilidad para
servir a los demás (Mc 10,35-45).
•
Santiago y Juan, hijos de Zebedeo se dirigen a Jesús con una frase que
contradice el ejemplo y la enseñanza que van recibiendo de él: “Maestro,
queremos que hagas lo que te vamos a pedir”. Ese Maestro es el que nos enseña a
orar diciendo al Padre: “Hágase tu voluntad”. No podemos convertir a Dios en un
ídolo dispuesto a satisfacer nuestro egoismo.
•
Santiago y Juan piden puestos de honor en la gloria del Mesías. Pero Jesús les anuncia
que le espera un horizonte de pasión y de muerte. Y ese es el camino que aguarda
a los discípulos que lo reconocen como su Maestro. También ellos compartirán el
cáliz de amargura que él ha de beber y el baño de dolor y de sangre con que él será bautizado.
•
Sería una hipocresia indignarse contra Santiago y Juan. Todos tenemos esa
tentación del poder que afecta a los jefes que tiranizan a los pueblos y a los
poderosos que oprimen a los débiles. Pero entre los discipulos de Jesús quien quiera
ser el primero ha de aprender a ser el servidor de todos. Esa es la leccion que
nos ha enseñado el Maestro.
ALTANERÍA Y SERVICIO
Es
grande quien sirve a los demás. Nunca ha sido fácil aprender esa lección. Ahora
mismo el papa Francisco nos llama la atención contra las tentaciones de la mundanidad
y del clericalismo. Pero el servicio no es una simple estrategia misional para
ir consiguiendo nuevos adeptos para la Iglesia. El servicio es el único modo de
parecernos al Maestro.
•
“El hijo del Hombre no ha venido para que le sirvan”. En Jesús vemos la
realización de aquel Siervo del Señor del que se habla en el libro de Isaías.
En el contexto de la última cena él lavó los pies a sus discípulos y los
exhortó a realizar ese gesto de humilde servicio a sus hermanos. Esa es la
traducción del mandato del amor.
•
“El Hijo del hombre ha venido para servir y dar su vida en rescate por todos”. Al
igual que el Siervo del Señor, anunciado por el profeta, también Jesús
justifica y rescata a muchos. Como dice el papa Francisco, “quienes se dejan
salvar por él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del
aislamiento” (EG 1).
-
Señor, Jesús, tú conoces bien nuestra aspiracion a sobresalir por encima de los
demás. Nuestro orgullo es un dramático obstáculo para la misión. No pueden
creer en la grandeza del que se hizo Siervo los que ven a sus discípulos con
ansias de poder. Perdona nuestra altanería. Y enséñanos a servir a nuestros
hermanos con nuestra entrega diaria. Amén.